Hace unos años me sucedió lo que ahora les cuento. Me habían dado un premio en Barcelona y volvía en avión camino de Madrid. Viajaba en compañía de mi amigo Alex, que había sido jurado en uno de los premios Ondas. Teníamos casi todo hablado. El avión salió tarde, y pudimos contarnos en uno de los ambigús del aeropuerto todas nuestras cosas. La verdad es que su conversación invita a la conversación, y no es una redundancia, es simplemente así. Hay personas que rara vez dicen estupideces y cuya forma de expresarse es siempre elegante, razón por la que uno desea escuchar más que ...