Consiguió Simone Biles lo que se había propuesto cuando volvió al tapiz en 2023: recuperar el centro de gravedad para distinguir dónde estaba el suelo y dónde el techo. Se le había perdido en Tokio 2020, ausente de las finales por esos 'twisties' o mareos en los que el gimnasta no encuentra el eje. Y lo recuperó en París, de nuevo la Biles que todos esperaban y un poco más, aunque se lleve menos de estos Juegos. Un poco más porque ha sido consciente de que ha competido por ella y no por el mundo. Y solo por eso está orgullosa de esos tres oros y la plata que están ya en su maleta y en su palmarés. Tres títulos olímpicos en equipo, concurso completo individual y salto, y un subcampeonato en suelo, que solía ser de su propiedad, y que entregó a Rebeca Andrade por dos salidas del tapiz. Muestra inequívoca de que tenía ganas de volver, adrenalina desbordada, y todavía sin controlar. Pero daba igual. Pero hubo frustración en su final de la barra de equilibrios. Fue una de las cuatro gimnastas que no pudieron completar su rutina sin caídas. De ahí que su nota, a pesar de la dificultad, fuera demasiado baja para el podio, incluso para el quinto puesto. Pero más allá del error, de la decepción, Biles tuvo otro motivo de enfado: el público. Justo después de su rutina, se la vio hablar con su compañera Sunisa Lee, que también había competido un error en la barra de equilibrios, además de dirigirse a su entrenadora y a la grada. Lo que había molestado a las gimnastas fue que desde el público recibieran silbidos para evitar que se animaran entre ellas. «Fue una locura ver cómo todas caían así. Aunque creo que es simplemente porque hay mucha presión. Se podía sentir la tensión», comentó después Lee, compañera de Biles. Y añadió que la falta de la música habitual en esa prueba y los 'shhh' de los espectadores habían puesto nerviosas a algunas gimnastas. «Simone y yo pensamos: '¿Por qué se callan? Como si simplemente intentaran evitar que nos animáramos. Ella se apartó y dijo 'No sé por qué hacen que nos callemos en medio de mi rutina'. Estábamos hablando de lo molesto que era que nos hicieran callar. Las dos estábamos muy molestas», explicó después Lee. «El público estuvo genial, salvo por los 'silencios' en la barra», dijo a Reuters Cecile Landi, entrenadora de Simone Biles. A diferencia de otros deportes de tanta concentración como este en los que el silencio es la norma, como el tenis, las gimnastas a menudo prefieren el ruido y los ánimos. «Fue realmente raro y feo, no nos gustó a ninguna», comentó después Biles. «Nos va mejor en entornos donde hay ruido porque es como si estuviéramos practicando. No estás tan pendiente de cualquier pequeño ruido», zanjó la estrella estadounidense.