Es una situación más común de lo que pensamos: mientras algunas personas se asfixian por las noches debido al calor, otras, con la misma temperatura, necesitan taparse. Surge entonces la incógnita de por qué, si la temperatura es la misma, cada persona la percibe de un modo diferente.
Y es que, la percepción del calor depende de diversos factores que van desde la edad hasta la masa muscular, pasando por la piel, el estrés y las hormonas.
Los niños y los ancianos tienen una menor capacidad de regular la temperatura en comparación con los adultos. Los niños no han desarrollado completamente esta función. Por otro lado, los ancianos han perdido paulatinamente esta facultad, resultando menos eficientes en ello y sudando menos que una persona joven, lo que disminuye su capacidad de refrescarse.
La distribución corporal de grasa o músculo influye drásticamente en la sensación de calor.
Las mujeres generan menos calor que los hombres, por lo que suelen ser más frioleras. Aunque cuentan con un mayor porcentaje de grasa, poseen menor masa muscular y un metabolismo más lento (la tasa metabólica en los hombres es un 23% más alta), lo que genera menos calor.
El cuerpo humano se adapta a las circunstancias. Si vives en una zona calurosa, se aclimatará gradualmente a temperaturas altas, al igual que sucede con el frío.
Las personas con enfermedades cutáneas tienen una peor regulación térmica debido al deteriorado estado de salud de su piel o de la parte afectada. Además, el estado de las hormonas influye en la regulación del calor. Las hormonas desequilibradas pueden llevar a una peor regulación de la temperatura. Muchas mujeres, durante la menopausia, padecen sofocos debido a la caída de los estrógenos. El estrés continuo también deriva en una peor regulación térmica.
Si haces deporte constantemente, tu sistema nervioso regulará mejor el calor, por lo que estarás menos sofocado cuando la temperatura sea alta. Sin embargo, no se recomienda realizar deporte cuando haga demasiado calor, así que ten cuidado en verano. La hidratación es también crucial. En verano, es más fácil deshidratarse, ya que el cuerpo usa el agua para transpirar y refrescarse. Sin suficiente agua, no podrá hacerlo y los órganos no recibirán el líquido necesario para funcionar correctamente.