Las diputaciones, creadas hace más de dos siglos mediante la constitución liberal de Cádiz de 1812 para reestructurar el sistema de administración territorial del Estado, se han convertido en un pozo sin fondo de gasto y deuda y sobre todo en agencias de colocación de los principales partidos políticos con un arsenal de empleados que no para de crecer (hay casi 67.000 frente a los 59.000 de hace 10 años) cuyo desempeño esencial es el de repartir las subvenciones que les llega del Estado, de las autonomías y de los ayuntamientos. Cuentan, además, con un presupuesto récord de más de ...