Debo de ser el hombre más perezoso del mundo, piensa Barclays, sin un átomo de culpa, orgulloso de sí mismo . Un día tranquilo y feliz comienza para Barclays a las dos de la tarde, hora en que despierta a regañadientes, se despoja de su ropa para dormir (numerosas prendas de cachemira y zapatos negros, pues duerme con medias gruesas y zapatos), se viste siempre de azul y baja a la cocina de su casa. Su esposa le pide que se bañe al despertar, o que al menos se lave la cara con jabón, pero Barclays no le hace caso y evita el agua como si fuera un gato. Bien mirado, es una suerte de gato humano, todo el día...
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