Una actividad común, útil y placentera en vacaciones es leer libros. Pero en mi caso, también escribirlos. Aprovecho agosto para dar forma a « Las iglesias fernandinas de Córdoba », que publicaré próximamente con la Editorial Almuzara. Ya saben, nos referimos a ese ramillete de catorce parroquias que ordenó alzar Fernando III tras reconquistar la ciudad en 1236, para ponerlas al frente de otras tantas collaciones o barrios, más otras cuatro iglesias de los cuatro conventos que también fundó el monarca. Son una joya de nuestro patrimonio del que no gozan otras ciudades andaluzas, pues de las dieciocho se conservan, con culto o sin él, nada menos que quince y representan un exponente del primer gótico, mezclado luego en algunos...
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