Ray Zapata terminó su ejercicio en la final de suelo en París y sacó la lengua. Sonrió, cerró los puños, y parecía satisfecho. La reacción no correspondió con la nota: 14.333. La espera fue tensa porque los jueces se tomaron su tiempo, pero el español terminó penalizado. Los Juegos Olímpicos son el mayor espectáculo deportivo del mundo, y también el del "cuñadismo", amplificado por las redes sociales. Ray apareció feliz después de la final. "Me han dicho que hay gente en España que estaba enfadada. A ver, igual que en Tokio era yo el que lo estaba con la puntuación porque creo que tendría que haber sido primero [fue plata, aunque con la misma nota que el israelí Dolgopyat], esta vez ha estado bien. Tranquilos, no se puede decir: 'Me han robado' ni nada de eso", admitió el gimnasta.
Y explicó que, aunque clavó todas las series, lo que más le penalizó fue un error en la segunda porque cayó muy agachado. Eso, más otro fallo, más salirse un poco, le llevó a ser séptimo de una final que ganó de forma brillante el filipino Yulo (15.000), por delante del israelí Dolgopyat (14.966), que bajó un puesto respecto a hace tres años; y del británico Jake Jarman (14.933), que completó el podio.
El orden de los finalistas es por sorteo, y Ray se ríe porque siempre le "toca primero, segundo, o como mucho tercero". Esta vez abrió la final y al terminar su participación más o menos ya intuía que esta vez se iba a quedar fuera de las medallas. Lo asumió con deportividad, saludando a los rivales y disfrutando, de alguna manera, del momento. "Hace dos meses estaba con una bota puesta, ha sido difícil, pero he creído en mí y me voy con un diploma", resume. Una inoportuna lesión en el gemelo le condicionó la preparación. A ello se ha sumado últimamente un sarpullido al que primero quitó importancia. "Es que no estoy aquí para poner excusas. Si te sale un sarpullido pues apechugas, entrenas y compites; si te da fiebre, compites..." Y lo dice todo golpeando la palma de una mano con el puño de la otra. Termina mostrando las marcas, que todavía son importantes, en el estómago donde le rodean todos los notables abdominales, e incluso hacia abajo, en el glúteo y el muslo.
Fue una comparecencia reivindicativa la del medallista de plata en los Juegos de Tokio: "Ahora a descansar y a curarme de las lesiones, y después vamos a seguir. Todo lo que logre será sumar y sumar. Ya he superado mis objetivos, quería estar en unos Juegos y llevo tres, una medalla y un diploma".
Zapata no estaba en una final importante desde Tokio, centrado también en intentar ayudar al equipo. "Pero no he llegado a esta de repente. Siempre estuve ahí, a lo mejor lo que la gente no sabe es que acabé noveno del mundo a 0,034 de entrar en la final", explica. "Y en el equipo estamos peleando por estar entre los top. Ya lo estamos. Nos hemos quedado fastidiados al quedar fuera de la final en París, antes veníamos a participar y ahora lo hacemos para luchar. Hemos cambiado la mentalidad y creo que Los Ángeles 2028 van a ser muy buenos. Hay jóvenes que aprietan, hay pelea por entrar y eso es bueno, porque antes estábamos los contados y si se lesionaba uno no había relevo".
Cuando se marchaba de la competición en el Bercy Arena, Ray hizo una parada. En la grada estaba su mujer, y pidió que le diera a sus hijos, Olympia, que nació justo antes de que fuera medallista en Tokio, y Kayro, al que levantó y enseñó al público como en la escena de "El Rey León". "He presentado a mis hijos a la familia gimnástica. No me han visto competir, lo siguiente que me vean ganar una medalla olímpica, pero tenemos tiempo todavía", afirma.