Ahora resulta que lo que se presentó como “un ataque político” contra un activista de extrema derecha era, en realidad, un ataque yihadista, como tantos otros que ocurren en Europa y que se disfrazan para evitar engrosar las estadísticas. Ocurrió el 31 de mayo en la ciudad alemana de Mannheim. La víctima principal, Michael Stürzenberger, era un activista de derechas, con creencias antislamistas.
Ahora, Al Qaeda para la Península Arábiga, a través de fu medio Al Azaim, habla de la “operación llevada a cabo por uno de los héroes del Islam, Suleiman Atai”.
“La preparación y planificación de la operación es distintiva y más que maravillosa, ha defendido su religión en caso de flagrante delito comenzando a prepararse para su crimen, y antes de que el crimen se lleve a cabo, este león los atacó, y eligió uno de sus objetivos Una persona famosa en su guerra contra el Islam, el criminal Michael Sturzenberger”, afirman los terroristas.
Es decir, se trataba de una acción criminal planificada por un elemento de Al Qaeda contra una persona concreta, algo que debería preocupar a los gobernantes europeos.
Para animar a los suyos, señala que “es sabido que las armas de fuego se pueden obtener en los países occidentales de una forma u otra, y en Estados Unidos en particular, su posesión de armas de fuego está disponible y es legítima para cada hombre y mujer adulto. Por lo tanto, para disuadir a todos aquellos que se burlan de nuestro Señor, nuestro Profeta, nuestra religión y nuestro Corán, y para que la operación sea efectiva y dolorosa, lo aconsejamos a aquellos que se mantienen firmes”.
“Hay que abrir fuego contra aquellos que organizan la burla en primer lugar, seguidos por aquellos que protegen al menor de la policía u otras personas El círculo de selección y asesinato debe ampliarse para incluir a cualquier funcionario del Estado que aliente y apoye tales acciones en nombre de la libertad de expresión. La implementación de este paso en particular puede ser una razón que obligue a los tomadores de decisiones a reconsiderar la ratificación de tales reuniones”, concluyen.
Los yihadistas, a nadie le gusta, están entre nosotros y, diga lo que se diga, constituyen un peligro creciente.