En medio de una creciente controversia que agita el ámbito deportivo, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha confirmado que dos boxeadoras, Imane Khelif de Argelia y Lin Yu-ting de Taiwán, competirán en los próximos Juegos Olímpicos de París 2024, a pesar de haber sido descalificadas del Campeonato Mundial de Boxeo 2023 por cuestiones relacionadas con sus niveles de testosterona.
Esta decisión ha provocado una reacción ferviente por parte de activistas antitrans y algunos medios de comunicación y voces ultraconservadoras que cuestionan la elegibilidad de las atletas, aunque ninguna de ellas se identifica como persona trans.
Khelif y Lin, ambas con experiencia en competiciones olímpicas previas y reconocidas por sus logros en torneos mundiales, se encontraron en una situación compleja el año pasado cuando la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) las descalificó durante un evento decisivo.
Según el COI, Khelif fue retirada horas antes de su competencia por no cumplir con los criterios de evaluación relacionados con la testosterona, mientras que Lin, que ganó una medalla de bronce, también fue declarada inelegible por razones similares.
La dicotomía en los criterios de elegibilidad entre el COI y la IBA ha suscitado interrogantes. Desde su separación en 2019, cuando el COI revocó el estatus olímpico a la IBA debido a problemas de gobernanza, ambas entidades han operado bajo diferentes estándares.
Mientras que la IBA ha enfrentado críticas por su presidentes involucrados en escándalos, el COI ha mantenido un enfoque más inclusivo, determinando que ambas boxeadoras son competidoras válidas para los Juegos Olímpicos.
El COI, en un comunicado oficial, destacó que “todos los atletas que participan en el torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos de París 2024 cumplen con las normas de elegibilidad y de inscripción de la competencia, así como con todas las regulaciones médicas aplicables”.
Esta declaración ha sido ignorada por algunos medios de comunicación y activistas, quienes han descalificado a Khelif y Lin, insinuando que intentan engañar al sistema para ganar medallas.
Las acusaciones han derivado en descalificaciones graves, a pesar de que ambas atletas son categóricamente mujeres según los estándares del COI.
Los comentarios de figuras notables, como Riley Gaines, ex nadadora y activista en contra de la inclusión de personas trans en el deporte, han intensificado el debate. Gaines afirmó que la participación de Khelif y Lin podría resultar en lesiones graves y advirtió sobre los peligros inherentes a permitir que “hombres” compitan contra mujeres en boxeo.
Este tipo de declaraciones han desatado una ola de críticas, con defensores de la inclusión denunciando la falta de respeto hacia las boxeadoras y la distorsión de los hechos. Especialmente porque ninguna de las dos boxeadoras criticadas son realmente “hombres”, en cualquiera de sus variantes posibles.
Además, varios atletas han comenzado a expresar sus preocupaciones sobre esta decisión. Caitlin Parker, boxeadora australiana, hizo eco de sus inquietudes, sugiriendo que la situación debe ser objeto de un análisis y discusión rigurosos para garantizar la seguridad de todas las competidoras. Esta crítica se suma a un contexto mayor de tensiones entre derechos de las personas trans y la seguridad de las mujeres en deportes de contacto.
La historia de las verificaciones de género en el atletismo es larga y controvertida. A lo largo de las décadas, numerosas atletas han sido sometidas a pruebas que han puesto en entredicho su feminidad, y muchas de ellas no eran conscientes de sus variaciones biológicas hasta ser excluidas de la competencia.
La situación de Khelif y Lin reaviva estas tensiones históricas, recordando que las cuestiones de género en el deporte no son simplemente binarias.
A pesar del revuelo mediático, es crucial recordar que la biología del sexo humano es más compleja de lo que los organismos deportivos tradicionales han tratado de presentar. Numerosos estudios indican que entre el 1 y el 2 por ciento de la población puede ser clasificada como intersexual, lo que desafía las nociones convencionales sobre el sexo y el género.
La polémica girará no solo en torno a las boxeadoras, sino también a las implicaciones más amplias sobre el futuro del deporte en relación con la inclusión y la igualdad.