La ministra de Sanidad, Mónica García, ha vuelto a hacer gala de su destreza acallando las críticas con reuniones que no acaban en nada. Esta mañana se lo ha hecho a las pacientes españolas con cáncer de mama matastásico, con las que accedió a tener un encuentro on line (que ha durado hora y media escasa) después de que lleven dos meses movilizándose para que su departamento financie dos medicamentos (Enhertu y Trodelvy), autorizados por Europa y financiados en 16 países, que han demostrado aumentar su supervivencia en entre 5 y 6 meses. Sus campañas de sensibilización han conseguido reunir 125.800 firmas a través de Change.org, y el apoyo de gran cantidad de oncólogos.
Tal y como informamos en exclusiva en este periódico a principios de junio, la negativa de la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIMP), dependiente del ministerio de Sanidad, a financiar la nueva indicación de estos medicamentos para pacientes desahuciadas cuyo tumor no ha mejorado con las terapias clásicas: hormonales y quimioterapia, supone negarles medio año de vida de calidad y obligarlas a desembolsar un coste «inasumible»: hasta 5.500 euros por un ciclo de 21 días y 93.500 euros al año.
Sin embargo, tanto García como el director general de Cartera y Farmacia, César Hernández, se limitaron a echar balones fuera y argumentar que el proceso para obtener esa financiación pública no depende solo Sanidad, sino también de los ministerios de Hacienda, Industria y Economía, de las comunidades autónomas y de los laboratorios fabricantes (Alianza AstraZeneca y Diachi Sayko Gilead). Pese a que la ministra les aseguró que la intención es llegar a un acuerdo de precio, también señaló que, como la negociación implica a múltiples interlocutores, el proceso se podría prolongar en el tiempo. Un tiempo que ellas no tienen.
En declaraciones a Efe, las representantes de estas pacientes se han mostrado "desilusionadas" y han considerado que "la respuesta hoy de Sanidad, no es una solución". Por tanto, han advertido que seguirán con acciones que les permitan ganar tiempo y calidad para el mejor tratamiento de su enfermedad.
Parece una ironía que España, uno de los pocos países de la UE en la que estos fármacos no se financian, fuera el segundo país, después de EE UU, que más pacientes aportó a los ensayos clínicos internacionales de estos fármacos. Una realidad que pone de manifiesto que nuestro liderazgo en el número de ensayos clínicos en Europa, del que tanto han presumido Sanidad y el ministerio de Ciencia, solo es papel mojado si no sirve para salvar a los pacientes.