Escribir era, fue, un sueño de luz, cuando la gloria quedaba tan lejos y el tiempo se extendía por delante como una alfombra infinita. Pero desde hace ya tiempo es una realidad de mucho músculo (diez novelas ya) y mucha caja. «París despertaba tarde» (Planeta) es la última criatura del escritor antes llamado Màxim, al que la política se le escurrió entre los dedos como un pez indómito pero a cambio triunfa como novelista y librero con La Librería de Doña Leo (Buñol, Valencia).
Escribir, en general, y escribir novela en particular, es remar, escalar. ¿Cuánto disfruta de la travesía y cuánto la sufre?
Hay momentos de disfrute y otros de sufrimiento. El resultado es positivo, la satisfacción de construir la historia. Pero en el «durante» paso por todos los estados de ánimo. Y, de pronto, me acelero y digo «qué bien, esto es lo que yo quería». Después de diez novelas soy consciente de que en todas tengo que pasar, siempre, por un momento complicado.
¿Incluso alguna UCI?
Las de la UCI las he abandonado, fíjate. La novela tiene que fluir, ir adelante, ser disfrutona, y yo la tengo que disfrutar. Si hay muchos días de atasco, esa novela «no es».
Ha convertido París en su territorio mítico. ¿Qué se traería de París a España y qué llevamos allí de aquí?
Es verdad eso que dices del territorio mítico. Me traería las terrazas y cómo las instalan. El verdadero monumento de París no es ni la Torre Eiffel ni el Sena ni Notre Dame ni la Basílica del Sagrado Corazón, son sus terrazas. ¿Qué llevaría de aquí? Lo desprejuiciados que estamos.
Francia ha sido mucho tiempo la capital cultural del mundo. ¿Cuánto le queda de eso?
Uy, le va a quedar mucho porque sigue siendo inspiración. La potencia cultural está muy arraigada y eso lo puedes ver en los índices de lectura o en la cantidad de librerías que hay, o de galerías de arte.
Vamos con su brevísimo paso por el Ministerio de Cultura (siete días), no se va a librar.
No, hombre, encantado. Forma parte de mi vida.
¿Qué le tentó? ¿No supo ver que ser escritor es mucho más elevado que ser ministro?
Tenía que haber hecho más caso a Semprún, seguramente. No sé qué me tentó…
¿La erótica de un poder en ciernes?
Nunca pensé en el poder, sino en la posibilidad de «hacer». No sé qué poder puedes tener desde un ministerio, no he llegado a saberlo. En mi cabeza bullían las ferias, los libros, el teatro, los museos... Me dije: «Cuántas posibilidades», y por eso dije sí.
¿Esa experiencia al frente del Ministerio de Cultura le hizo perder la última gota de inocencia respecto a su visión de la política?
Muy posiblemente. Pero no sólo respecto a la política, sino a todo: al periodismo y a uno mismo. Sí, fue una pérdida de la inocencia total. Uno no vuelve a ser ya el mismo, o yo no volví a serlo. Nunca.
Dejó de creer de golpe en los Reyes Magos y en el Ratoncito Pérez.
Ja, ja, ja. Ya no creía, pero sí que era una persona muy confiada.
¿Cuántos amigos cayeron?
He perdido muchos amigos, obviamente. O gente que no lo era. Pero ha reafirmado a los que sí que lo eran. Es una prueba de fuego que no deseo a nadie. Pero fue una demostración de quién estaba y quién no.
Le advierto que la gloria es también de los que sobreviven a los siniestros totales.
Pues la espero con los brazos abiertos, ja, ja, ja.
[[QUOTE:PULL|||"En el amor más importante de mi vida me he sentido dejado"|||Máximo Huerta]]
¿La Librería de Doña Leo es el huerto de Máximo?
Es el mayor acierto de mi vida. Es el huerto de Máximo o la alegría de la huerta, porque todo lo que ha dado son alegrías. Me parece un gran logro, del que me siento totalmente responsable. Una librería en un pueblo es, a priori, una aventura imposible, casi de Ítaca. Es la Arcadia, que dirían los cursis, pero sí.
¿Por dentro tiene vistas al mar?
Ja, ja, ja. Tiene vistas a todos los lugares del mundo porque está llena de libros.
«Se querían como las flores a las espinas hondas» (Vicente Aleixandre). ¿Ha querido así, le han querido así?
Sí. Espero que me hayan querido tan bien como yo he querido. ¿He sido más veces dejado o he dejado yo más? Tendría que hacer un inventario de amores pasajeros y de aquellos en los que me he empadronado. En el amor más importante de mi vida me he sentido dejado.
Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señor Huerta: ¿tiene fuego?
Sí, sigo teniendo la llama encendida y espero mantenerla hasta la vejez. Aunque parezco un tipo muy tranquilo me muevo mucho por las emociones, por el corazón, por el pálpito, y por eso cometo errores.