Se ha demostrado que los equipos de protección, como cascos, cinturones de seguridad y sistemas de retención infantil, son muy eficaces para proteger a los usuarios de la vía pública de la muerte o de lesiones graves. Si se utilizan correctamente, los cascos de motocicleta pueden reducir los accidentes mortales en un 40% aproximadamente y la probabilidad de sufrir lesiones graves en la cabeza en casi un 70%, tal y como se recoge en un nuevo informe del Observatorio Europeo de Seguridad Vial. De manera similar, los cascos de bicicleta pueden reducir las lesiones mortales en la cabeza o el cerebro en un 71% de media. Se ha demostrado que los cinturones de seguridad reducen el riesgo de incidentes mortales en un 60% para los ocupantes de la parte delantera de un vehículo y en un 44% para los de la parte trasera. En el caso de los sistemas de retención infantil, las investigaciones muestran que los niños que están correctamente sujetos tienen alrededor de un 60% menos de probabilidades de morir o sufrir lesiones en comparación con los niños que no lo están. Si bien el cumplimiento de la legislación sobre el uso del cinturón de seguridad por parte de conductores y pasajeros es relativamente alto, algunos países aún enfrentan problemas , en particular con los pasajeros en los asientos traseros. El cumplimiento de las normas sobre el uso del casco en motocicletas también es relativamente alto, aunque nuevamente con excepciones en algunos países. En cambio, los cascos para bicicletas y los sistemas de retención infantil tienen una alta prevalencia de uso incorrecto o no uso. Por qué la gente se resiste a ponerse el cinturón es, entonces, una de las cuestiones que intrigan a los investigadores desde su creación el siglo pasado. Para darle respuesta se han realizado todo tipo de análisis científicos, estadísticos y psicológicos. A este respecto, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) de Estados Unidos editó en 2019 un informe sobre los constructos psicológicos relacionados con el uso y rechazo del cinturón. En el volumen II de este documento se recogen los motivos por los que los «incumplidores» afirman no llevarlo puesto. Que el desplazamiento era a un lugar cercano o que se habían olvidado de abrocharlo eran las respuestas más repetidas. A la vista de estos resultados, la NHTSA solicitó en agosto del año pasado a los fabricantes de coches de EE.UU. que equipen a sus vehículos con sistemas de advertencia de uso del cinturón para todos los ocupantes, un aviso que es obligatorio en España desde 2014 para el asiento del conductor y 2022 para las plazas traseras. Los análisis de la NHTSA también advertían de otro tipo de excusas. Había quien alegaba que era incómodo, iba con prisa, temía quedar atrapado en caso de accidente y, el grupo más reacio de todos, aquellos que afirmaban que no les gustaba que nadie les dijera lo que tenían que hacer. Este organismo advirtió en su análisis que las personas de este último grupo eran especialmente insensibles a las campañas para potenciar el uso de este dispositivo, sobre todo si el mensaje se centraba en el riesgo, el cumplimiento de la norma o la penalización por no seguirla. Además de negarse a usar el cinturón, estos usuarios eran más propensos a saltarse otras normas, como el límite de velocidad. «Existen factores personales que limitan la eficacia de las campañas de sensibilización en algunos conductores con un alto nivel de impulsividad, déficit de empatía, poca capacidad de respuesta ante eventos importantes, necesidad de autoafirmación mediante conductas de riesgo, sobrevaloración de la propia capacidad o falta de tolerancia a la frustración», confirma Patricia Pérez Fernández , psicóloga de la DGT.