Estaba pactado. La escenificación en política es casi tan importante como el contenido. Forma y fondo. El PSC y ERC habían acordado que, una vez alcanzado un pacto para investir a Salvador Illa, serían los republicanos los que manejarían los tiempos y pilotarían el relato para conseguir lo verdaderamente importante: superar la consulta a la militancia. De nada servirían todos los esfuerzos en la mesa de negociación si luego las bases de Esquerra acababan por tumbar lo acordado. Por ello, mientras la portavoz del partido, Raquel Sans, oficializaba en público los términos del pacto, el silencio de la parte socialista era total.
En un primer momento, las fuentes socialistas consultadas mostraban una satisfacción contenida. Se aferraban a la "prudencia" para "no echar las campanas al vuelo", porque todavía "tenía que pronunciarse la militancia". Sin embargo, sin un documento por escrito que recoja el contenido concreto de lo acordado, las explicaciones de los republicanos, asegurando que habrían conseguido el -tan ansiado por una parte y negado por la otra- "concierto económico", que supone que Cataluña saldría del régimen común, así como la recaudación y la liquidación del 100% de los impuestos obliga a una explicación por la parte socialista.
El coste político para el Gobierno es abismal y habrá que esperar, además de a conocer el texto, a las comparecencias de este martes, tras el Consejo de Ministros y tras la Ejecutiva del PSOE, esta mañana. El episodio recuerda ya a la gestión que se hizo de la amnistía. Mientras desde el Gobierno se negociaba y se mantenía el silencio, los independentistas iban rellenando ese vacío comunicativo con su relato que, finalmente, se acabó imponiendo y el Ejecutivo tuvo que traicionar su palabra y ceder.
En cuanto al "concierto económico", Moncloa tendrá que explicar hoy si ha vuelto a transigir, porque hasta ahora se había mantenido que "este no era su modelo", porque "no era constitucional". Hace solo 15 días, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se mostró contraria a ello. "Con una suerte de concierto económico [como el de País Vasco o el de Navarra] para Cataluña no estoy de acuerdo", dijo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, tras la propuesta en estos términos de la consejera de ERC.
“Así lo ha expresado también el PSC. Se puede avanzar en una mejor financiación de Cataluña. Se pueden incorporar singularidades, que ya existen. Pero el Ministerio de Hacienda no puede impulsar debates de comunidades concretas”, añadió la ministra, que concretó que "singularidad", en los términos que defiende Moncloa, es "el reconocimiento de especificidades de los territorios, que ocurren por ejemplo con competencias no homogéneas, como con la seguridad [los Mossos] y las prisiones en Cataluña”.
Sin apoyo en el Congreso de los Diputados
Además, en el Ejecutivo reconocen que "cualquier otra reforma del régimen general [o común] tiene que pasar por un cambio de la Ley Orgánica que regula la materia, y eso tiene que ocurrir con mayoría de Ley Orgánica en el Congreso de los Diputados". Y este es uno de los grandes frentes abiertos para el Gobierno, que no cuenta con una mayoría solvente para sacar adelante esta reforma. Si nos circunscribimos a la escueta mayoría de la investidura, que apoya a Pedro Sánchez, y que necesita para sacar esta reforma adelante, no salen los números.
Hay socios como Compromís o Chunta aragonesista, sin entrar en qué haría Junts, que ya han advertido al Gobierno de que no van a apoyar ninguna iniciativa que vaya encaminado a generar privilegios hacia Cataluña. También habría que ver cuán compactas están las filas del propio PSOE. Varios son los dirigentes socialistas que han clamado ya contra cualquier trato de favor. Desde el asturiano, Adrián Barbón, nada sospechoso de ser crítico, al siempre vehemente, Emiliano García-Page. Anoche, el presidente de Castilla-La Mancha ya puso un mensaje en X en el que clamaba contra el acuerdo y contra el "atronador silencio" de su partido.
"A estas horas de la noche, el atronador silencio ante el grave atentado a la igualdad anunciado por ERC me tiene perplejo. O es un asentimiento intolerable, o un sentimiento de estupefacción como la que tenemos la inmensa mayoría de los españoles", decía, para añadir: "Los que estamos en política, desde la izquierda, para combatir la desigualdad, no podemos dedicarnos a ampararla. Y mucho menos, a protegerla".