Era tan mal estudiante que solo aprobaba recreo y… bocadillo. No se le daban mal las matemáticas. Pero con las asignaturas restantes había roto relaciones por incompatibilidades manifiestas. Así que un día se armó de valor y le confesó a su padre que lo suyo no estaba en los libros y que el corazón lo empujaba a militar en la BBC. Y se declaró, como buen montañés del valle del Toranzo, baratillero, bético y currista. Con esas tres especialidades se sintió pertrechado para ganarle algunas batallas a la vida. Una de ellas, las de la fe, siempre la tuvo en la Piedad del Arenal, donde ha salido toda si vida desde que cumplió los cinco años, cuando los hermanos Manuel...
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