Nunca existe un precio demasiado alto para Sánchez. El pacto que ayer anunció ERC y que, a falta de que lo ratifiquen las bases, servirá para investir a Illa como presidente de la Generalitat, constituye un nuevo atentado contra la igualdad de los españoles y la actual estructura de solidaridad interterritorial. El separatismo catalán vuelve a arrancar un privilegio fiscal injustificable con el que los socialistas intentarán disimular su fragilidad política. Es posible que Illa gobierne Cataluña, pero lo hará desde una concesión fundacional que determinará, a buen seguro, otra legislatura basada en un chantaje de alcance estatal. La noche de las elecciones, el exministro de Sanidad celebró una supuesta victoria del voto constitucionalista. De nada ha servido, pues cuando el PSC ha querido formar gobierno ha corrido a los brazos de quienes aspiran a extranjerizar a millones de españoles en su propia tierra y presumen de haber cometido delitos que pusieron en jaque la propia arquitectura del Estado.