Bajo el agua del Nanterre Arena, un león asecha. El domingo, el francés Léon Marchand cazó su primera presa, la presea más preciada: el oro olímpico. En 4’02″95 ganó la final de 400 metros combinados.
Sus compatriotas lo siguen de cerca y hasta han desarrollado una “Leonmanía”. “Evidentemente, es nuestra estrella francesa, la estábamos esperando. Es un honor tenerlo en Francia”, comentó para RFI un hombre. “No sabía que se entrenaba en Estados Unidos. Qué emoción descubrir nuevos talentos deportivos franceses”, recalcó una mujer.
“Sé que es un joven francés, el mejor nadador del mundo, y estoy orgulloso de verlo ganar, le deseo unos buenos Juegos y que nos dé muchas medallas de oro en medio de la multitud que lo aclama”, añadió un hombre, mientras una mujer subrayaba que “Merece muchos elogios tras lo que ha hecho. Merece esa y muchas medallas. Le deseo lo mejor”.
Ese apoyo del público es una suerte para el tímido nadador, ya designado como el heredero del legendario Michael Phelps: “Voy a intentar usarlo, es una energía, es una ventaja. Me gustaría decir a todos de antemano: Gracias por venir, es genial para la natación, un deporte que no es necesariamente reconocido. Y ¡hagan ruido!”, dijo en una entrevista con L’Equipe hace unos días.
Léon Marchand aspira a colgarse varias medallas de oro en París, incluido en un doblete inédito en los 200 braza y 200 mariposa que lo obligará a nadar el 31 de julio dos finales en poco más de una hora y media. Es uno de los pocos nadadores en brillar en los cuatro estilos de natación: mariposa, espalda, libre (crol) y pecho (braza). ¿Podrá el león ser el rey de la sabana olímpica de París 2024?
