Se respiraba en
River una necesidad de cambio casi asfixiante. Por eso la decisión de cerrar el ciclo de
Martín Demichelis como entrenador descomprimió de un modo brutal. Así hubo espacio para que
Micho se despidiera con dolor, pero con grandeza, con altura total. Los dirigentes lo echaron, pero montaron la mejor puesta en escena posible para que el final fuese con amor y reconocimiento para el técnico. Entonces, la historia concluyó con todos abrazados. Sí, todo pasó en este fútbol argentino tan dramático como loco.
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