El idilio del ecosistema mediático con la selección en la Eurocopa adquirió muy pronto tintes de campaña ministerial pero se desplomó con estrépito. Comenzó a apagarse, curiosamente, poco después de la victoria. Se les gastó la ilusión de tanto mercadear con ella, podríamos decir. Si hubieran estado atentos podrían haberse dado cuenta mucho antes de que el pastel no les iba a salir como querían. Los españoles ajenos a su área de influencia comentaban con entusiasmo durante días los lances en los que Carvajal o Nacho frenaban a algún rival con fuerza y sin pedir perdó ...