¿Qué significa que 95% de peruanos desapruebe a Dina Boluarte? En principio es que no les gusta la presidenta. Unos por su origen político radical. Otros por haber enfrentado el radicalismo golpista de Pedro Castillo. Luego están quienes le reprochan su alianza con la derecha en el Congreso (FP, APP).
Es una desaprobación compleja, pues es una suma que viene de casi todas partes. A los discrepantes políticos hay que añadir a los que no aprecian su estilo personal, a los que la asocian al estilo corruptivo de una buena parte de la política. Además, están quienes de tiempo atrás detestan al presidente, casi por principio.
Pero eso es contradictorio: 95% de los consultados no la quiere, pero existe un grupo no desdeñable que prefiere verla llegar presidiendo hasta el 2026. Con eso en mente, ella se ha venido ofreciendo desde el inicio como la alternativa al caos.
Boluarte dice, como un timbre de particularidad, que es la primera presidenta mujer en nuestra historia. Es cierto, y es importante. Pero no parece algo que pueda ser aquilatado con justicia en este momento, aunque sin duda lo será más adelante. Mientras tanto su particularidad es esa desaprobación gigante, que no hay cómo acabar de comprender.
Quizás despiertas antipatías adicionales la noción de que ella tiene enormes ganas de quedarse en Palacio hasta el 2026. Pero su llegada a la presidencia ha sido legítima, y más allá de lo que uno piense de ella, no ha habido ni hay motivos para que deje el cargo. Salvo esa matanza inaugural que cometió, sus faltas son más bien menores.
Cuando hoy ella se dirija a la nación, más que un diálogo, ese discurso será un drama. Estará hecho por partes de los habituales lugares comunes de esos mensajes, y por partes de frases inexactas o falsas, representativas de esta hora. El 5% que sí la aprecia en las encuestas seguirá el rollo con vivo interés.
¿Puede la Dina política hacerse querer de alguna manera? Ese es un arte que los políticos aprenden y entrenan desde temprano. Boluarte llegó a las grandes ligas demasiado tarde para aprender. Pero igual ha sobrevivido a sus socios políticos. Quizás todavía nos puede dar una sorpresa. Pero no en el Día de la Patria.