El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.
San Víctor I nació alrededor del año 150 y se convirtió en Papa de la Iglesia Católica en torno al año 189. Su papado se destacó por su firme liderazgo durante un período de expansión y consolidación de la Iglesia en el Imperio Romano. Víctor I es conocido principalmente por su intento de resolver la controversia sobre la fecha de la Pascua, un tema divisivo entre las comunidades cristianas de Oriente y Occidente. En un esfuerzo por unificar la celebración, intentó imponer la fecha del 14 de Nisán, siguiendo la tradición romana y alejandrina, como la fecha universal para la Pascua, en lugar de la fecha que seguían algunas comunidades orientales.
Además, Víctor I promovió la observancia del domingo como el día principal de culto, subrayando su importancia frente a otras prácticas.
San Víctor I fue canonizado como santo, y su memoria se celebra el 28 de julio en el santoral cristiano. Su legado es significativo por su papel en la estabilización y estandarización de la práctica litúrgica en la Iglesia primitiva. Su intento de fijar una fecha universal para la Pascua, aunque no completamente exitoso en su tiempo, sentó las bases para futuros debates y resoluciones sobre el calendario litúrgico. Además, su defensa del domingo como día de culto contribuyó a consolidar la identidad cristiana frente a las prácticas judaicas y paganas.
La información sobre el exilio de San Víctor I es limitada y no está confirmada en todas las fuentes. Sin embargo, durante su papado, la Iglesia enfrentó persecuciones bajo el emperador Septimio Severo, quien había intensificado la represión contra los cristianos. Aunque no hay detalles exhaustivos sobre si Víctor fue directamente exiliado o sufrió persecuciones personales, su liderazgo y la controversia que enfrentó en ese tiempo sugieren que su papado no estuvo exento de dificultades.
San Víctor I murió alrededor del año 199. Aunque no se conocen los detalles específicos de su muerte, su vida y papado dejaron una marca duradera en la historia de la Iglesia Católica, especialmente por su esfuerzo en unificar la práctica cristiana y fortalecer la posición del domingo como día de culto central.