Publicar una novela sobre el terrorismo de ETA, después del gran éxito de Patria (Tusquets, Barcelona, 2016) de Fernando Aramburu, parece una apuesta un tanto quimérica, pero esto ha hecho Phil Camino (Madrid, 1972) -editora y escritora- con Rehenes (La Huerta Grande Ediciones, Madrid, 2024, 225 págs.). Sin embargo, hay que precisar que la autora escribió el texto en 2007, aunque lo aparcó. En 2014, salió una autoedición digital con una corta tirada en papel, y ahora acaba de publicarse con todo rigor. Camino explica, al final de la novela, que eligió este título porque opina que todos somos rehenes de aquellos años: víctimas, verdugos y la sociedad entera, con unas secuelas que seguimos padeciendo todavía. En cuanto al motivo para decidirse a editarla, señala la necesidad de informar de aquellos años horribles a las nuevas generaciones, para que no se olviden ni se repitan.
Estamos en periodo electoral, hay rumores de tregua por parte de ETA, pero algunos miembros de la banda que se oponen a esto, dirigidos por una mujer, deciden secuestrar a un político. Será la prueba de fuego para Asier, uno de los integrantes del comando. Por una confusión, resulta que la víctima es un ciudadano, casado con una peluquera y padre de dos hijos, que nada tiene que ver con la política. No obstante, deciden ejecutarlo. A partir de ahí, se suceden los capítulos sobre diversos protagonistas relacionados con los hechos: el político al que querían secuestrar y su asesor, en plena actividad mitinera; la mujer de aquel y su relación con un profesor universitario; Anabel, la novia de Asier, tetrapléjica a causa un accidente de tráfico, sus padres y una amiga.
El dramatismo y la tenión marcan el tono desde el principio y hasta el final, no podía ser de otro modo. Hay secuencias muy logradas, como la descripción paralela de la campaña de Ricardo Bermúdez, el político, y el asesinato de Jerónimo Arrate; o el hundimiento de Anabel cuando descubre el papel de su novio en el secuestro; así como el final, con el encuentro, en el hospital bilbaíno de Cruces, de las familias de Jerónimo y de Anabel con Asier, al que acaban de detener.
Estamos ante un relato valiente, no apto para gente demasiado joven, con personajes bien caracterizados, prosa cuidada, aunque con algún exceso retórico, cuya lectura mueve a reflexionar sobre uno de los puntos más negros de la historia reciente de España y acerca de sus deletéreas consecuencias.
