La reforma tributaria en Brasil, que se está debatiendo y tuvo media sanción en diputados, apunta a simplificar y modernizar el sistema tributario brasileño, pero podría tener impactos negativos significativos en la capacidad de recaudación de impuestos de estados y municipios a lo largo del país, cercenando su autonomía. Estos son algunos de los principales puntos de impacto de la reforma:
Unificación de impuestos: la propuesta incluye la unificación de varios impuestos (como ICMS, ISS, PIS, Cofins e IPI) en un solo impuesto sobre bienes y servicios (IBS). Esto puede simplificar el proceso de recaudación y reducir la evasión fiscal, pero también puede conducir a una redistribución de los ingresos entre los diferentes niveles de gobierno.
Reparto de ingresos: la forma en que se distribuirán los ingresos del nuevo impuesto unificado entre el Estado nacional, los estados y los municipios es un punto crítico. Dependiendo de la fórmula adoptada (similar a la famosa y dañina formula de coparticipación argentina), algunos estados y municipios pueden ganar o perder ingresos, y esto conlleva a una fuerte preocupaciones sobre el mantenimiento de la autonomía financiera de las entidades federales, léase estados y municipios.
Desgravación fiscal sobre bienes y servicios: la reforma también pretende aliviar la producción, lo que puede estimular el crecimiento económico. Sin embargo, si la desgravación fiscal no está bien calibrada, puede reducir los ingresos en el corto plazo, hasta que el crecimiento económico compense esta pérdida.
Tributación en destino: cambiar la tributación de origen a destino puede beneficiar a estados más poblados y municipios con mayor consumo, como San Pablo y Río de Janeiro, en detrimento de estados productores, como Minas Gerais y Mato Grosso.
Transición y Compensaciones: la transición al nuevo sistema debe incluir mecanismos de compensación para los estados y municipios que pierdan ingresos. La efectividad de estos mecanismos será crucial para garantizar la estabilidad financiera de las entidades federales durante el período de adaptación.
En síntesis, la reforma tributaria que avanza en Brasil viene a simplificar y eficientizar la estructura recaudatoria con la incorporación de un IVA nacional al 27% posiblemente, pero al mismo tiempo destruye una de las grandes herramientas de atracción de inversiones que tenían los estados brasileños, esto es su autonomía fiscal.
Cabe destacar que Brasil en la actualidad vive dentro de una maraña impositiva y burocrática brutal, anclada en el principio federal de autonomía de los estados y municipios frente al poder central en Brasilia. Esto es una realidad en los hechos y no meramente declarativa como en Argentina que se ha transformado en un país unitario con todas las letras.
El vecino país, a través de los impuestos estaduales como el ICMS, IPVA e ITCMD logra que los estados provinciales brasileños alcancen entre un 40% a un 60% de sus ingresos mediante recaudación propia, y luego el resto proviene de los fondos nacionales coparticipables a partir de impuestos nacionales. Esto le brinda al gobernador y hasta los intendentes gran capacidad de llevar políticas publicas activas en sus distritos en la forma de regalías y rebajas impositivas.
Estas políticas activas han sido el gran dolor de cabeza de las provincias argentinas para competir con Brasil, más allá del nefasto contexto macroeconómico nacional, ya que estas llevaban adelante una guerra fiscal para atraer inversiones. En otras palabras, en este momento un gobernador en Brasil posee autonomía y decisión frente a Brasilia, ya que puede tomar decisiones con impacto a favor de una política de atracción de inversiones. Mientras que, en Argentina, los gobernadores, hasta aquellos de "provincias ricas", son meros lacayos del gobierno nacional de turno, ya que su autonomía es prácticamente nula.
Desde ya que mucho de los defensores de la reforma vociferan sobre el laberinto impositivos que existe hoy en Brasil, sobre los problemas de la guerra fiscal al interior del país y sobre la necesidad de ser mas eficientes en la recaudación con el objetivo en el futuro, quien sabe cuándo, de comenzar a bajar la presión impositiva. Sin embargo, los legisladores brasileños deberían mirar el derrotero de su socio del Mercosur, donde desde hace casi 50 años se instauro el IVA, y luego con la promulgación de las leyes de coparticipación nacional de los años ‘80, y la reforma del Estado menemista que le dio a las provincias la obligación de los servicios básicos como educación, seguridad y salud, termino creando un país hipertrofiado, anclado políticamente en conurbano bonaerense gigante y pobre, que desde hace treinta años ha gobernado los destinos políticos de nuestra nación.
Brasil camina a transformarse en un país políticamente mas unitario con la región sudeste, y principalmente San Pablo, transformándose en un centro político, económicos y poblacional aún más dispares frente al resto del país, pero que sin embargo serán incapaces de tomar decisiones por sí mismo, y tendrán que llorar pobreza frente a la billetera de turno en Brasilia. Suerte para Argentina, que, si logra implementar el cambio de régimen económico propuesta por Javier Milei, al menos tendrá un escollo a menos al momento de disputar inversiones extranjeras en la región.