EN no más de veinte años, los científicos, desde arqueólogos a genetistas, le han dado la vuelta al calcetín del universo neandertal. Hemos vivido en la creencia de que la especie más cercana a sapiens la integraban una suerte de orcos con prognatismo espectacular y frente para varias fachadas, sin olvidar su estatura, fortaleza muscular y una consolidada fama de enemistad a muerte con sapiens, nuestros ascendentes africanos que, en varias oleadas migratorias, a través de miles de años, se encontraron con los antiguos moradores en su casa madre: Europa. Somos pues, los sapiens actuales, descendientes de la migración, de aquellas migraciones africanas al suelo que pisamos. La ciencia sostuvo que ambas especies no daban descendencia en sus acuerdos sexuales...
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