En el natural ceñido de sangre que le dio al primero en Santander antes de que el toro se rompiera el pescuezo por el pitón izquierdo está resumido el tormento de Morante de la Puebla. A veces el arte es una rosa que florece en un vertedero . Una abeja que hace miel con las flores de un cementerio. Y además en el toreo los abismos de la creación se ensanchan con la muerte, tan cercana siempre, tan familiar que da calambrazos en el pensamiento. Ese natural parecía un tratamiento contra los espectros del torero, una rendija de salida del laberinto en el que está encerrado Morante, una amapola en el erial de soledad y amargura al que está encadenado...
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