El mensaje de Lula da Silva a Nicolás Maduro es claro, directo y sencillo. “Cuando uno gana, se queda. Si pierde, se va y se prepara para otras elecciones”. El líder brasileño ha hecho estas declaraciones porque asegura que le preocupó escuchar a Maduro hablar de “baño de sangre” si no era reelegido este 28 de julio.
Esta lección de Lula no es solo para Maduro, pese a que se trata de un mensaje destinado a él. Es un aprendizaje que debe servir para todas las izquierdas en América Latina que han tenido un comportamiento sin un real compromiso con la legalidad, la lucha anticorrupción, el respeto a los derechos humanos y la paz.
Maduro es uno de estos izquierdistas. Los que asumen que son los elegidos para dirigir al pueblo, usando ese poder para beneficio personal, el de su grupo político y para sustituir al poder económico existente por otro, constituido por él y los suyos.
La familia Ortega en Nicaragua ha logrado establecer en el Gobierno a su empresa familiar, que lucra con su posición de dominio y que va exterminando competidores internos para que no le hagan sombra, mientras sigue vociferando contra el imperialismo y las amenazas externas.
En el plano interno, hay varios ejemplos de ese izquierdismo que mantiene los mismos vicios que la derecha y los perpetúa, lo que provoca desprestigio y generalizaciones erróneas. Un prófugo que cita a Lenin y a Marx mientras se corre de la justicia y que justifica los acuerdos de su organización política con la peor expresión del autoritarismo corrupto y asesino, porque “beneficia al pueblo”, solo muestra el grado de cinismo que alberga el personaje y la megalomanía de la que adolece.
Hace bien Lula en dar el ejemplo y establecer claramente que el comportamiento de Maduro en estas elecciones de Venezuela no es el que corresponde a la izquierda. Que se quiera perpetuar en el poder y que amenace con el baño de sangre lo asemeja más bien a dictadores como Somoza y Trujillo, al propio Daniel Ortega o a personajes de alguna novela de García Márquez, castigados por el destino con el encierro o el olvido.