La revista estadounidense publica en su edición veraniega uno de los cuentos que la autora, de 34 años, incluyó en su ópera prima 'Els desperfectes', ganadora del premio Documenta 2020
Els desperfectes, un cuento de apenas tres párrafos que la escritora catalana Irene Pujadas incluyó en su opera prima, y homónima, Els desperfectes (L' Altra Editorial, 2021), con la que ganó el premio Documenta en 2020, ha alcanzado la cúspide de la literatura veraniega norteamericana al colarse en la tradicional selección de cuentos que The New Yorker publica en estas fechas y que lleva por nombre Flash Fiction.
En la misma selección de la célebre revista norteamericana, cuyo último numero fue publicado el pasado 18 de julio, Pujadas comparte espacio con nombres consagrados como Haruki Murakami, Emma Cline, Otessa Moshfegh y Peter Orner. “Que te incluya The New Yorker creo que es de lo más alucinante que te puede pasar cuando eres una autora que empiezas”, asegura Pujadas en conversación con elDiario.es.
“Me llegó toda la información de golpe, tanto que la traductora, a la cual no conocía, había propuesto el cuento como que la revista lo había aceptado y lo iban a incluir en el número de julio”, explica la escritora, de 34 años. “Fue muy sorprendente”, añade.
Pujadas explica que la revista neoyorquina le pidió a su traductora, Julia Sanches, un cuento de algún autor brasileño, pero ella les propuso el de la autora catalana. “Como es cortito, de apenas tres párrafos, lo aceptaron”, señala.
Els desperfectes es de hecho un cuento que encaja perfectamente con la filosofía de la sección de The New Yorker. Es corto, seco en su narrativa parca, directa, casi metálica respecto a los detalles que ofrece la autora, y dispone de la necesaria carga de exageración e irrealidad para que su profunda oscuridad no resulte ofensiva.
“No quería que el cuento pareciera cruel, por eso exageré el relato, por un lado para exagerar la angustia que implica sostener un bebé y por el otro para que la sensación de irrealidad alejara la percepción de crueldad por lo que sucede”, apunta Pujades, que cita un relato de Shirley Jackson, The lotery, publicado en 1948 en esta misma revista y que todavía suscita, por el impacto de su final, centenares de cartas escritas a la revista quejándose por su publicación.
"Exageré el relato, por un lado para exagerar la angustia que implica sostener un bebé y por el otro para que la sensación de irrealidad alejara la sensación de crueldad
“Jackson es una de mis autoras favoritas”, explica Pujadas, “pero no querría levantar el revuelo que ella levantó”. Eugènia Broggi, responsable de L' Altra Editorial y descubridora de Pujadas a través del premio Documenta, explica que otro de los escritores de relatos cortos de referencia de la escritora es George Saunders.
Broggi, que ve The New Yorker como “La Meca de los cuentos; la mejor plataforma actual de narrativa corta” y cree que la publicación del relato podría dar a la escritora proyección internacional, define el estilo de Pujadas como “muy peculiar”. “Las voces narradoras siempre son muy originales y las atmósferas que crean son de una cierta extrañeza y un cierto humor negro que es precisamente muy claro en Els desperfectes”, cuenta.
El motivo es que el relato escogido “habla de bebés y del riesgo de que caigan al suelo”. “Es muy cortito, pero con esa capacidad de que con cuatro pinceladas te pinta unos personajes que están súper bien hechos”, señala Broggi. La editora le otorga a su autora, en resumen, una visión cáustica y apocalíptica, pero siempre con un toque de humor importante. De hecho algunos de los cuentos del libro pueden recordar también a los relatos del italiano Niccolò Ammaniti.
Pujadas, que actualmente trabaja en una editorial pero antes ejerció la crítica literaria en el diario Ara, explica que fue escribiendo los cuentos del libro antes y durante el encierro pandémico. “Pasé una temporada con más tiempo libre y me impuse escribir un cuento a la semana, un ejercicio un poco absurdo a priori pero que me llevó a tener una buena colección”, afirma.
Pujadas comenta que, por circunstancias del momento, en aquella época pensaba mucho en “la muerte, en el duelo y los rituales absurdos que acompañan a este tipo de acontecimientos”, algo que ha querido plasmar en los relatos y que hacen que el libro respire su característico humor negro. “En cierto modo, los relatos me sirvieron de termómetro emocional en aquellos días”, apostilla.
Finalmente califica de extraña la sensación de ver que uno de sus cuentos alcanza semejante popularidad cuatro años después de haberse publicado el libro. “Cuando publicas, y más cuando ganas un premio como el Documenta, tienes muchos momentos de euforia e ilusión, pero luego la vida sigue y pasas esa fase”, reflexiona.
“Ahora he revivido de repente algunas sensaciones que no sé muy bien dónde ubicar, porque mi vínculo con los cuentos del libro ha cambiado mucho al cabo de los años, aunque por descontado me alegro de este éxito”, dice Pujadas para terminar la conversación.