Cuando parecía que se alineaban los astros a Donald Trump en su propósito de volver a la Casa Blanca, decidió Joe Biden renunciar a la candidatura presidencial por el Partido Demócrata y apoyar a Kamala Harris para ocupar su lugar, lo que significa que la contienda electoral se vuelve a cerrar y en estos momentos no hay nada para nadie.
La decisión provocó que de inmediato la candidata sustituta captara en cuestión de horas más de 50 millones de dólares, suceso muy significativo para sus aspiraciones, además de que los líderes más relevantes de los demócratas se pronunciaran a su favor.
Como se observa el panorama, pareciera ser que, así como México tendrá por primera vez en su historia una presidenta, Estados Unidos tendrá la suya y ello representa un hito en la historia que, sin duda, impactará positivamente, entre otros factores, en el empoderamiento de las mujeres, por lo menos, en ambos países.
Este hecho representa un alivio para el gobierno mexicano, en el entendido que los ataques e insultos de Trump y su compañero de fórmula JD Vance vertidos contra nuestro país, de ninguna manera se quedarán en el terreno de las amenazas sin cumplir o como un dato anecdótico, sino al contrario, se tornarán realidad en cuanto sean investidos como presidente y vicepresidente norteamericanos y ello nos afectará ineludiblemente.
El proteccionismo comercial esgrimido por ambos personajes para defender su mano de obra y producción ante el T-MEC implica la cancelación de este tratado en demérito de millones de trabajadores mexicanos que, en el mejor de los casos, perderán sus trabajos al cierre de la frontera comercial.
La imposición de aranceles a los productos mexicanos es otra acción que de inmediato aplicará el magnate inmobiliario, además de terminar de construir el muro en la frontera, vista esta medida en el contexto de la ley del garrote contra la migración ilegal, sin importar la violación flagrante de sus derechos humanos.
A este radical de derecha y enemigo de México, López Obrador lo llama “mi amigo” y ello, de suyo, es una afrenta a todos los connacionales que viven en Estados Unidos y que se han visto afectados por sus políticas racistas que expulsarán de ese país a un gran número de hispanos, cobijados ahora por las leyes promulgadas por Biden.
Trump y su compañero de fórmula son un peligro para México, y quien no lo aprecie así o es un ingenuo o un vendepatrias.
Así que, señores, la irrupción de Kamala Harris es una buena noticia para nosotros, lo que no significa que de entrada se convertirá en una aliada; empero, de ello a ser un enemigo declarado, pues mejor ella que el radicalismo a ultranza de derecha.
Cierto, los criminales mexicanos agrupados en los cárteles de la droga amenazan la paz y la estabilidad de los estadounidenses, y ello se debe en gran medida a la estrategia fallida de AMLO que ha otorgado manga ancha para que se apropien de vastas regiones del territorio nacional, al tiempo de que, sin control alguno, puedan desarrollar el trasiego de las drogas.
Ante esta amenaza real, Trump y Vance han prometido a sus electores que su ejército acabará con estos criminales mexicanos, sin importar que para ello incursionen en nuestro país.
Luego de la nominación oficial que se hará a mediados de agosto, por parte de los demócratas a favor de Kamala Harris y su futuro compañero de fórmula, vendrán casi tres meses de campaña encarnizada con, incluso, insultos y descalificaciones de ambos frentes y, si no ocurre un milagro, como el que sucedió hace unos días con el atentado fallido contra Trump, la primera mujer de color y de origen asiático se convertirá en la primera mujer presidenta del país más poderoso del planeta.
Dicen algunos cercanos a Claudia Sheinbaum que es mejor seguir con la línea trazada por AMLO de apoyar abierta y descaradamente a Trump, empero esto sería un error mayúsculo y con graves consecuencias, por ello es mejor olvidarse de proseguir en este camino y, en cambio, mantener la imparcialidad, pero con guiños a Kamala Harris.
Como se sabe, el voto latino en Estados Unidos inclinará la balanza electoral y, por ello, es muy relevante para ambos candidatos granjeárselos, aunque para el republicano, esto lo tiene sin cuidado. Entonces está claro cuál es el camino que debe seguir Claudia Sheinbaum.
No puede ser omisa y quedarse impávida ante las agresiones de Donald y menos resistir estoicamente a tal nivel que lo llame como su mentor “mi amigo”. Al contrario, su verdadera aliada de causa y de género es Kamala.