El periodista español Antonio Peláez Barceló trabaja como cámara, asesor y ayudante de producción de James Westman, un documentalista y periodista canadiense embarcado desde hace un tiempo en la aventura de explicar cómo, cuándo y por qué muchos votantes estadounidenses han perdido la fe en su sistema electoral.
El pasado sábado 13 de julio se encontraba en un descampado a las afueras de la localidad de Butler, en Pensilvania, en el lugar adecuado y en el momento justo para presenciar en directo un suceso que pudo cambiar (si no lo ha hecho ya) la historia reciente de Estados Unidos: el intento de asesinato del candidato republicano Donald Trump.
Peláez, autor además de varios documentales y largometrajes, acababa de recoger el testimonio de un activista partidario de Trump y se disponía a pasar el perímetro de seguridad para escuchar lo que estaba diciendo el candidato republicano. En ese justo momento ocurrió todo. Y lo hizo muy rápido. El ruido de unos “petardos”, un orador ensangrentado, un ejército de seguridad que se abalanza sobre él, los gritos del público, un político que emerge del suelo y que grita “fight, fight, fight” (“lucha, lucha, lucha”). El resto es conocido por todos.
En entrevista con LA RAZÓN, Peláez rememora lo ocurrido y analiza las consecuencias electorales que puede tener sobre Donald Trump.
Pregunta: ¿Qué recuerda del momento del tiroteo?
Respuesta: La primera sensación es que no era nada importante, parecían fuegos artificiales o petardos, como luego nos dijo alguno de los testigos que estaban más cerca de Trump.
P: ¿Cómo fue la reacción de la gente que tenía alrededor? ¿Cree que fueron conscientes del peligro que corrían?
R: Desde donde estábamos nosotros, en absoluto. Y por lo que pudimos hablar con la gente que estaba dentro, según donde estuvieran. Inicialmente, muchos de ellos pensaban que los tiros eran una especie de fuegos artificiales o alguna celebración. Pero en cuanto vieron que Trump se tiraba al suelo o se caía, empezaron a temer tanto por la vida del político como por la suya propia. Sobre todo, porque inmediatamente después el servicio secreto les indicó que se tiraran al suelo. Un señor nos comentó que lo primero que hizo fue abalanzarse sobre sus hijas para protegerlas.
P: Se está discutiendo mucho, y se seguirá haciendo, sobre si hubo un fallo de seguridad. ¿Qué opina?
R: Desde mi punto de vista es un fallo de seguridad clamoroso. Los vídeos muestran a gente señalando al tirador antes de que disparara. La zona, a pesar de ser al aire libre, no es tan difícil de proteger. Mucha gente indicaba que creían que había disparado desde un tanque de agua que estaba cerca del estrado donde hablaba Trump. Finalmente no fue así, pero si hubiera habido cualquier persona del servicio secreto encima de ese tanque, que es muy accesible, hubiera visto y hubiera podido disparar inmediatamente al asesino.
P: ¿Cómo es la zona donde se celebraba el mitin?
R: El área es principalmente un descampado. Es muy grande, porque además alrededor de todos los mítines de Trump hay muchísimas tiendas de “merchandising”. Yo diría que más de 50, vendiendo camisetas, comida, joyas, limonada, incentivando a que votes o que te registres para votar, prácticamente todo lo que se te pueda ocurrir. Pero no había edificios altos ni difíciles de revisar. Son todo una especie de garajes o hangares, la mayor parte prefabricados, y además muy poco numerosos. Las condiciones de seguridad para la entrada, con arcos de metales, un listado minucioso de todo lo que no podías llevar, que era mucho y por supuesto incluía armas y cualquier tipo de mochila, parecían mostrar que había mucha seguridad, pero la realidad nos ha presentado que no.
P: ¿Desde donde estaba usted veía el tejado donde se apostó el tirador? ¿Cree que se podría haber controlado mejor?
R: No, desde donde yo estaba no se veía el tejado porque se encontraba en el lateral izquierdo, oculto por una inclinación del terreno y unos edificios prefabricados de unos baños. Creo que se debería haber controlado mejor. Según la rueda de prensa que dieron las autoridades a las 12:00 de la noche de ese mismo día, había entre 30 y 40 agentes del servicio secreto, que estaban trabajando con la policía local y la policía estatal. Desde un principio se ha apuntado que ha habido algún fallo de coordinación, cuál ha sido el fallo no lo sé.
P: ¿Qué efectos cree que tendrá el intento de asesinato en la campaña de Trump?
R: El primero lo hemos visto ya en la convención republicana. Ahora todo el mundo le recibe al grito de “fight, fight” y con el puño en alto. La primera mujer que entrevistamos tras el tiroteo nos dijo que se había salvado porque Dios había querido y que ella, cuando levantó la cabeza y le vio a él moviendo el puño y diciéndole a la gente que luchara, se dio cuenta de que era el líder que les va a guiar. Otro testigo dijo que la única forma de que el país se arregle y se apacigüe la violencia es que vuelva a ser presidente Donald Trump.
P: ¿Y qué puede ocurrir a partir de ahora?
R: Es posible que la tensión crezca y alguien busque revancha atacando a un político demócrata. Quedan cuatro meses hasta las elecciones y puede pasar de todo. Ahora mismo, Trump se ha erigido aún más en un líder inapelable para sus seguidores. Antes de que empezara el acto, pudimos comprobar cómo había muchísimos voluntarios buscando que la gente votara, incluyendo una activista gay muy popular en Pensilvania. Les preocupaba que creían que en 2020 la gente no se había movilizado, porque en ese condado donde se celebró el mitin perdieron por muy pocos votos, cuando en 2016 habían ganado. Es solo un ejemplo de esa América rural que Trump tiene que ganar para ser presidente, pero creo que el efecto movilizador que puede tener sobre cualquier votante republicano es inmenso.
P: ¿Cómo es el votante de Trump y cómo explica que sea inmune a todos los escándalos?
R: Una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando empecé a trabajar para James Westman cubriendo alguno de los actos de Trump o incluso uno que celebró su hijo en Toronto fue que la mayor parte de los asistentes son votantes conservadores de toda la vida. A mí personalmente Trump parece una persona muy radical, con un discurso impropio de un político preciso o de un estadista, pero muchos de sus seguidores tienen un discurso calmado, pero claramente conservador y opuesto a la política de los demócratas. Por supuesto, siempre te encuentras alguno que piensa que, por ejemplo, Obama está detrás de todo esto, o que se hace eco de grupos de Facebook en los que dicen que habían sido unos antifascistas los que habían disparado. En general, es un votante conservador americano de toda la vida, aunque hablamos con un joyero que hace joyas con el nombre de Trump, su imagen y cuestiones similares, que había votado dos veces por Obama pero, desencantado por lo que le costaba el Obamacare (nos dijo que más de 800 dólares al mes), se ha convertido en un fiel seguidor de Trump.
P: ¿Qué opina de la salida de Biden?
R: A mí ver el debate con Trump me provocó muchísima vergüenza ajena e incluso pena por una persona que no se puede expresar. Si estuvo una semana preparándolo, tenía que haber dimitido inmediatamente. No tenía ni que haber llegado a ese debate.