Caracas. Hasta hace poco, Edmundo González Urrutia conversaba de balcón a balcón con sus nietos, vecinos en un edificio contiguo. Su rol de abuelo quedó desplazado inesperadamente por el de candidato a la presidencia de Venezuela, en unas elecciones en las que enfrenta al presidente Nicolás Maduro.
En un instante, sin buscarlo, González Urrutia cambió la apacible terraza, a la que llegaban aves tropicales, por camiones destechados y luces de campaña. Fue postulado in extremis después de la inhabilitación de la carismática líder María Corina Machado y el veto a otros posibles sustitutos.
“Nunca, nunca, nunca pensé estar en esta posición”, dijo a esta agencia en abril este discreto diplomático de carrera de 74 años. “Esta es mi contribución a la causa democrática... Yo hago esto con desprendimiento, como una contribución a la unidad”.
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Su postulación en principio era temporal, lo que se conoce en Venezuela como “candidato tapa” de la coalición Plataforma Unitaria, que eligió a Machado en primarias, a quien le devolvería el lugar Urrutia.
“Estaba en mi casa un sábado por la tarde cuando me llamaron para decirme de firmar una carta para el CNE”, el Consejo Nacional Electoral, recordó. “Cuando escuché mi nombre dije: ‘Pero aquí hay otra cosa distinta’. A mí me llamaron para firmar una carta y lo que estoy oyendo es un comunicado donde se está poniendo mi nombre como tapa para conservar la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática”.
“Lo que no sabían ellos era que esa ‘tapa’ se iba a convertir en frasco, y aquí estamos hoy en estas condiciones”, refirió con una sonrisa.
Entonces era un desconocido para la mayoría. Ramón Guillermo Aveledo, exsecretario de la MUD, lo retrató como “un venezolano decente, demócrata y servidor a la República”.
Nacido en La Victoria, una pequeña ciudad a unos 110 km de Caracas, donde en 1812 se desarrolló una de las batallas más heroicas de la guerra de independencia, González Urrutia vivió y estudió allí hasta que se trasladó a la capital para comenzar la universidad.
Se graduó en Estudios Internacionales en la prestigiosa Universidad Central de Venezuela (UCV) para luego ingresar a la Cancillería.
En el despacho que tiene en su casa destaca un cartel con una frase en latín: “Verba volant, scripta manent”.
“Trabajé con un embajador que me decía: ‘Tú tienes que tener un logro más en la vida. Que todo lo que hagas, todo lo escrito, queda, y las palabras vuelan’”, explica sobre el significado de esa frase.
Hablar ante multitudes no se le da fácil. Suele leer sus discursos en un tono monótono y muy rara vez improvisa. Prefiere que las cámaras y los micrófonos apunten a Machado, desbordante de carisma y alma de la campaña que le traslada su capital político. Las encuestas de hecho lo dan ganador por amplia ventaja.
El analista José Toro Hardy lo describe como “la antítesis del chavismo, del madurismo y del politiquero tradicional”.
“Es un hombre culto, honesto, familiar, sin dobleces y sin pizca de populismo”, escribió Toro Hardy.
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Autor y compilador de algunos libros sobre Venezuela y sus relaciones internacionales, en la biblioteca de González Urrutia destacan “La anatomía del poder”, de John Kenneth Galbraith, “El choque de civilizaciones”, de Samuel Huntington, y “China”, de Henry Kissinger.
Como diplomático, vivió en Bélgica y en Estados Unidos. Fue embajador en Argelia (1994-1999) y en Argentina (1999-2002). Aunque residió muchos años fuera de Venezuela, insiste siempre en que conoce bien el país.
Delsa Solórzano, una de las responsables de la campaña opositora, lo considera “un hombre inteligente e íntegro”.
En el otro bando, desde el poder, lo cuestionan por su edad, dificultades de movilidad y cierto temblor, en contraste con la agilidad de Maduro, de 61 años, que salta y baila en sus actos de campaña.
González Urrutia sabe, sin embargo, moderar el discurso opositor con llamados a la reconciliación y menciones a posibles amnistías en aras de una transición.
Su actitud y sus palabras le permiten ahora ser más que el simple “presta nombre” de Machado. El “abuelo de la resistencia” se asume como candidato pleno en consonancia con su lema de campaña: “Edmundo para todo el mundo”.