«Una alegría grande para el toreo que esté usted de vuelta!», brindó Ginés Marín a Morante , en lo alto del tendido 2 un día antes de su reaparición. Y allí se dio un baño de cariño de los aficionados, que entre toro y toro se hartaron a hacerse fotos con el maestro. Hasta el de las almendras regalaba cartuchos de felicidad. De triunfo fue el toro de la la dedicatoria -el mejor de una corrida de Bañuelos sin entrega ni bravura-, con un Satélite que puso en órbita a Ginés, paciente y queriendo siempre, muy centrado con este número 76 en la faena más redonda de su año. Despacio, cada vez más despacio, sus verónicas -qué bella media- a...
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