El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha reseteado drásticamente la carrera presidencial de 2024 al anunciar que abandonará la contienda tras semanas de presiones del partido demócrata para que se hiciera a un lado.
Las llamadas comenzaron tras una desastrosa actuación en el debate de junio y se reintensificaron después de que el intento de asesinato de Donald Trump pareciera dar un nuevo impulso al candidato republicano.
Biden apoyó a su vicepresidenta, Kamala Harris, poco después de su anuncio el domingo, aunque el partido demócrata aún no ha dado su respaldo oficial.
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"El pueblo estadounidense escuchará del Partido Demócrata sobre los próximos pasos y el camino a seguir para el proceso de nominación", que se regirá por las reglas del partido, dijo el presidente del Comité Nacional Demócrata, Jaime Harrison.
Aunque Biden ha apoyado a Harris para que lo reemplace al frente de la candidatura, ungiéndola de hecho, el partido aún no tiene un candidato oficial.
El presidente dijo en un post en X justo después de anunciar su decisión de apartarse de la campaña que "ofrecería mi pleno apoyo y respaldo a Kamala para que sea la candidata de nuestro partido este año".
Si el partido se une en torno a ella, los demócratas evitarían una batalla interna y una caótica convención abierta que dejaría al descubierto sus fisuras ideológicas en Chicago el mes que viene. Harris ya había empezado a analizar a posibles compañeros de fórmula, entre ellos el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el gobernador de Kentucky, Andy Beshear, según dos personas cercanas a la vicepresidenta.
En un guiño a las posibles divisiones sobre el candidato, Biden hizo un llamamiento a la unidad al respaldar a Harris, diciendo: "Demócratas, es hora de unirnos y vencer a Trump. Hagámoslo".
Sigue siendo incierto, aunque parece poco probable. Joe Manchin, el senador centrista de 77 años de Virginia Occidental, declaró este lunes que no sería candidato presidencial.
El gobernador de California, Gavin Newsom, que ocupaba un lugar destacado en la lista de posibles sucesores de Biden, apoyó la candidatura de Harris. También se espera que la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, apoye a la vicepresidenta, según tres destacados donantes y agentes del Partido Demócrata con conocimiento directo del asunto.
Los donantes demócratas también tendrán su influencia. Si empiezan a respaldar a Harris -como ya han hecho George y Alex Soros-, es más probable que los políticos apoyen a la vicepresidenta y mantengan el flujo de financiación.
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Otros podrían presentar sus propios desafíos, pero eso podría desembocar en una guerra civil demócrata que perjudicaría al partido más que beneficiarlo.
La decisión de Biden tiene ecos de cuando Lyndon B. Johnson conmocionó a la nación en marzo de 1968 al retirarse de la carrera presidencial diciendo que la presidencia no debía ser mancillada por "divisiones partidistas" mientras él se centraba en la polémica guerra de Vietnam.
Aunque ahora se le considerará un pato rengo, es probable que Biden siga los pasos de Johnson, centrándose en su agenda de política exterior -principalmente conseguir un alto el fuego en la guerra entre Israel y Hamás y consolidar el apoyo a Ucrania- y haciendo campaña en nombre de su sucesor.
Dado que Biden se ha retirado antes de su nominación formal en la Convención Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) del mes que viene, las normas del partido establecen cómo se puede elegir a su sucesor.
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En la DNC hay 3937 delegados comprometidos y se necesitan 1976 para ganar la nominación. Biden cuenta con el apoyo del 99% de los delegados comprometidos. Ahora que se ha retirado, son libres de votar al candidato que quieran, aunque es muy probable que se trate de aquel en torno al cual se aglutine el partido.
"Nuestros delegados están dispuestos a tomarse en serio su responsabilidad de presentar rápidamente un candidato al pueblo estadounidense", declaró Harrison.
Biden comparte comité de campaña con Harris, por lo que conservaría el acceso a sus fondos si se convirtiera en la candidata. El comité recaudó u$s270 millones en el segundo trimestre.
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Si alguien que no sea Harris sucede a Biden, su campaña tendría que ofrecer devolver el dinero a los donantes, que podrían entonces utilizarlo para contribuir a la campaña de un nuevo candidato, según el Leadership Now Project. Las normas federales limitan las transferencias entre candidatos a u$s2000.
La campaña de Biden también podría transferir una cantidad ilimitada al DNC, que a su vez podría gastar hasta u$s32 millones en coordinación con la campaña del nuevo candidato, según las normas de la Comisión Federal de Elecciones.
Los expertos en campañas dicen que la transferencia de cualquier fondo restante no podría entregarse directamente al candidato, sino que podría gastarse en consonancia con su campaña, de forma similar a cómo funcionan los grupos de recaudación de fondos Super Pac.