El 19 de agosto de 1923,
The New York Times publicaba un largo artículo en el que se anunciaba la muerte de Joaquín Sorolla. Ante esta noticia, es inevitable que nos preguntemos: ¿podía el fallecimiento de un pintor español interesar al público estadounidense? Por raro que parezca, la respuesta es sí.
Sorolla fue enormemente apreciado al otro lado del Atlántico, y su fama llegó incluso hasta Australia. Allí, la prensa describió
la obra del valenciano como «fuerte y viril, fiel a la vida y, sobre todo, realmente humana». En realidad, Sorolla entendió desde muy joven que
para triunfar en las turbulentas aguas del mercado artístico era necesario ser conocido fuera del país natal.Leer más
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