Conocimos a Melissa Romero Chaves por medio de un boletín de prensa de la Fundación Pollitos de Hierro, que anunciaba su participación en dos importantes congresos oncológicos con sus programas estrella: la brigada para promover la detección temprana del cáncer infantil y un modelo matemático para estudiar el retinoblastoma, un tumor sólido que deja ciegos a niños en todo el mundo.
Nuestra intención inicial era contar la participación de la Fundación en esos importantes foros internacionales: el Congreso Internacional de Oncología Hematológica y el Congreso Latinoamericano de Oncología Pediátrica, que se realizaron en Guadalajara, México, a finales de junio.
Pero hablar con Romero es meterse de cabeza en un universo donde las matemáticas se alían con la biología, la física, la química y la medicina. El propósito de esta combinación de saberes es muy loable: encontrar la fórmula precisa —perfecta, diríamos— de la dosis de medicamento que un niño requiere para que la quimioterapia le salve su ojo y destruya la reproducción de un tumor potencialmente mortal. No nos podíamos quedar solo con el boletín.
Romero es una costarricense que pasa sus días entre Santa Ana, donde vive y donde está el albergue de la Fundación Pollitos de Hierro, y Ciudad de México. En ese país trabaja como investigadora en el Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Estudió Matemáticas y era profesora en la Universidad Nacional (UNA) cuando su mamá falleció de cáncer colorrectal, hace 16 años. Cuenta Melissa que su mamá, antes de morir, le dejó una tarea: además de velar por su hermano menor, la hizo prometer que iba a cuidar a algún niño con cáncer.
Cáncer infantil: estos son los signos a los que debemos estar atentos
La promesa cobró forma: es la Fundación Pollitos de Hierro. Esta organización, a la fecha, atiende a más de 500 niños con cáncer y a 200 familias de todo el país. Son hogares en pobreza, pobreza extrema y algún tipo de vulnerabilidad social.
La labor de la Fundación ha hecho candidata a esta organización a uno de los premios a la Calidad de Vida que otorga la Defensoría de los Habitantes. Los galardones aún no se anuncian pero en la Fundación tienen la fe de estar entre los premiados, pues uno de sus programas es la brigada con la que decenas de voluntarios enseñan a niños y niñas a detectar tempranamente signos y síntomas del cáncer.
Melissa Romero Chaves es doctora en Ciencias Matemáticas. Su campo de investigación son las Ciencias Biomatemáticas. Actualmente, avanza en el proceso para cursar su posdoctorado en la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, que tiene previsto iniciar en julio del 2025.
“¿Una matemática incursionando en temas de salud? Cuando esto sucedió (la enfermedad de su mamá) yo era profesora de Matemática en la Universidad Nacional. Pasa lo de mi mamá y me pregunté por qué no usar mi deseo de ser doctora en Matemática en temas de cáncer. En honor a mi mamá, el primer cáncer que estudié fue el colorrectal. Y el primer modelo matemático lo hice en honor a ella”, contó Romero.
Melissa Romero ha encontrado inspiración para su labor como científica matemática entre los cientos de niños que han sido beneficiados con la labor voluntaria de la Fundación Pollitos de Hierro.
“Una de mis pollitas tuvo retinoblastoma en sus dos ojos. Su sueño era tener una muñeca para oler”, narró.. Esta niña es la semilla del modelo en el que trabaja la matemática en el IIMAS y que muy probablemente terminará de desarrollar en un futuro en Cambridge, durante su posdoctorado.
“En el momento en que detecté que había que hacer un modelo matemático, recordé a la niña. Empiezo a ver la bibliografía y vi que no había (un modelo matemático) para retinoblastoma. Me parece que es uno de los cánceres más invasivos en la vida de un niño. Tienen que usar prótesis (oculares) por el resto de su vida y cambiarlas cuando ellos crecen”, explicó Romero.
El retinoblastoma es un cáncer ocular poco frecuente que se forma en la retina, el tejido sensible a la luz ubicado en la parte de atrás del ojo. Según el Instituto Nacional del Ojo, de los Institutos Nacionales de Salud, de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), el retinoblastoma es más común en menores de 5 años. Puede afectar uno o ambos ojos, causar ceguera y poner en peligro la vida.
“Hay muchas alteraciones en el circuito molecular del Gen RB, que es el gen que controla el funcionamiento de la retina. Cuando las vías de señalización sufren alteraciones se genera una tumorogénesis: el crecimiento de células desreguladas y mutadas. Como resultado, se generan estos tumores en la retina.
“¿Cuál es el problema? Como está tan cerca del cerebro, los médicos lo que hacen para evitar mutaciones posteriores o metástasis al cerebro es retirar la cavidad ocular y el niño pierde el ojo. Es lo primero que se hace para prevenir complicaciones”, indicó Romero.
Como científica matemática, el trabajo de Melissa Romero consiste en determinar cuáles son los genes que se desregulan (genes supresores de tumor, oncogenes, ciclinas, micro RNA…). Esa red genética hay que armarla primero.
En todo ese proceso, ella ha tenido que agregar a su conocimiento en Matemática un poquito de Medicina, Física, Química y biología para armar la red genética.
“Cuando armamos esa red, nos damos cuenta que con la pérdida de función de ese gen RB se alteran otras vías de señalización, que son las encargadas de regular el ciclo celular. ¿Qué pasa cuando se desregula ese ciclo? No hay apoptosis, que es la muerte natural celular. Como no hay apoptosis, las células empiezan a crecer sin control, no hay reprogramación celular y se disparan algunos de los agentes, otros pierden funcionalidad, y se da la propagación indeterminada del tumor”, manifestó Romero.
¿Qué es lo que hace el modelo y por qué su importancia?
Primero, explica la matemática, el modelo muestra la red genética del retinoblastoma, basada en el ciclo celular. Es en las etapas tempranas de este ciclo cuando empieza la desregulación y se desencadena la evolución del retinoblastoma.
En todo este proceso hay ecuaciones diferenciales que, más adelante, ayudarán a determinar la proporción precisa de medicamento, o concentración perfecta, para que este ingrese al globo ocular, la quimioterapia pueda tener efecto y logre el control celular.
Melissa Romero lo simplifica así: “Es diseñar medicamentos a la medida. Se llama medicina personalizada. En niños, aparece por la ciencia integradora: que une conocimientos biológicos, químicos, matemáticos y clínicos para buscar una medicina personalizada que permita dar a los niños el medicamento propio que permita el control celular en el retinoblastoma que padecen”.
En ese proceso está Romero en México. La han llamado de Barcelona, Canadá, Hawaii, y Sonora para que presente el modelo desarrollado hasta ahora. Irá a Cambridge a socializarlo y a realizar prácticas de campo en ratones en el laboratorio de Patología de esa universidad.
“Esa es la siguiente fase: poner el modelo en práctica en ratones, hacerlo in vitro, y posteriormente ponerlo en práctica en la sociedad. Esto todavía está lejos. Por eso, vamos a ir a Cambridge donde están los laboratorios especializados donde sí se puede hacer esto”, comentó.