El peregrino de la Edad Media que se dirigía a Santiago de Compostela no lo hacía por un camino de rosas. Al mal estado de la vía milenaria se sumaba la falta de agua y hospederías donde descansar y, sobre todo, el robo y pillaje del que eran víctimas los caminantes. Sorprendidos frecuentemente en emboscadas en los pasos más solitarios del trayecto, tenían difícil escapatoria a ladrones y bandidos. Han pasado siglos y hoy las infraestructuras del Camino de Santiago nada tienen que ver con entonces. Tampoco su seguridad, pero la vía no sigue libre de amenazas en el siglo XXI, aunque éstas han cambiado . Uno de los principales desafíos que se le presenta tiene que ver con las consecuencias del cambio climático. Hacer frente a este reto de la mejor manera posible es lo que pretende uno de los proyectos en los que está implicada la Fundación Santa María la Real. Se trata de elaborar una ' Guía de adaptación al cambio climático para el Camino de Santiago Francés' . Básicamente, explica el responsable de la iniciativa, Gumersindo Bueno, se trata de «recoger los conocimientos tradicionales» respecto a la «gestión forestal, prácticas agrícolas y ganaderas, construcción, oficios...» con el fin de «evaluarlos y sacar conclusiones y aprendizajes que nos sirvan para adaptarnos». «Esto no significa que tengamos que utilizar los métodos de hace cien años», pero sí saber cuáles de esas prácticas locales tradicionales sirven para que las personas puedan vivir más adecuadamente en una zona concreta. «El otro día estuvimos visitando en Ontana una casa con una gloria tradicional castellana. Ese modelo en la actualidad podrían ser los suelos radiantes, el uso de biomasa local...». Respecto a los efectos del cambio climático, Bueno detalla que «los riesgos más evidentes que se están viendo» son «las sequías prolongadas, la erosión y los incendios forestales». No obstante, hay otras cuestiones que pueden afectar al peregrinaje y el turismo, y cita entre ellas «las altas temperaturas y olas de calor» como la de 2023. «En estos últimos años se ha visto que durante julio y agosto hay menos turistas. Podría producirse un desplazamiento de caminantes a otros meses », apunta el responsable de la iniciativa, que ve esta «desestacionalización» como una «oportunidad» para la que hay que prepararse, ya que esta es una de las rutas de peregrinación más importantes del mundo, con una media de 350.000 peregrinos al año. El primer paso para la elaboración de la guía ya está dado. Un estudio ha permitido identificar 24 tipos de paisajes diferentes en la vía, que comprende, además, 69 unidades paisajísticas a lo largo de cinco autonomías y 173 municipios . Aunque «las extensiones más largas pueden ser los páramos castellanos con todas sus variedades », otra característica de la ruta es su heterogeneidad: desde los macizos y valles pirenaicos hasta las depresiones y campiñas del Ebro, las sierras ibéricas... La investigación ha sido ya plasmada en un mapa desplegable, recién editado, que incluye un análisis de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de cada uno de los enclaves. «Permitirá comprender mejor la complejidad y riqueza» de la ruta jacobea. Realizado el mapa, Santa María la Real, que cuenta en esta iniciativa con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y de la Asociación de Municipios del Camino de Santiago Francés, está inmersa en el siguiente paso: un trabajo de campo para identificar las citadas prácticas tradicionales . Ya han hecho «acciones participativas en varias localidades» y continuarán con la idea de tener en 2025 la guía «que entregaremos a los ayuntamientos y personas interesadas».