Tenía razón el Rey cuando dijo en Lisboa que “la semejanza entre las lenguas portuguesas y españolas constituye una de las bases de la fuerza iberoamericana (...)espacio de proyección universal en un mundo globalizado”· Don Felipe mencionaba a Iberoamérica, que el pasado viernes celebró su día oficial, pero aun más que eso. Nuestro Rey es de los convencidos de la fuerza de lo que muchos denominan el Paniberismo, concepto que corresponde al sumatorio de la comunidad iberoamericana y la familia de países en lengua portuguesa, que conforma el primer espacio lingüístico del mundo, representa a la quinta parte del planeta, décimo en materia demográfica y una auténtica potencia económica caso de estar mínimamente coordinados.A ese espacio pertenecen Brasil, que con 215 millones de habitantes es el primer país “paniberico” del mundo, junto con México (122 millones), Colombia (49), España (48) Argentina (45), y una legión de naciones que van desde Perú, Chile o Venezuela hasta Angola, Mozambique, Guinea Ecuatorial, Macao o Cabo Verde.Aprender portugués para un hispanohablante es fácil. Igual que el español para un lusoparlante. Debería ser obligatorio para unos y otros. Articularíamos esa gran comunidad de 800 millones, a tener en cuenta en el tablero mundialHablamos de la fuerza del castellano, porque es la lengua de casi 600 millones de personas, sin caer en la relevancia conjunta de dos lenguas similares en el 87% de su léxico, como son el español y el portugués. Sumados, formamos un espacio idiomático de 800 millones en más de 30 países. Solo hace falta que nuestros gobernantes se animen a ampliar Iberoamérica a la Comunidad de Países Panibéricos.
