En un audaz movimiento para cimentar su hegemonía en el sector de las tierras raras, China ha revelado un arsenal de regulaciones destinadas a fortificar el control sobre el flujo de estos preciados recursos estratégicos.
Con la implementación de un sistema de rastreo integral que cubre el espectro completo de su producción, desde las entrañas de las minas hasta los puertos de salida, el gigante asiático ha lanzado así un desafío velado a los principales importadores de estas materias primas, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea. Estos actores clave del mercado, cuyas industrias dependen en gran medida de las tierras raras chinas, ahora se encuentran ante la disyuntiva de buscar alternativas de suministro o renegociar los términos de intercambio, en un contexto que podría avivar las llamas de las actuales disputas comerciales globales.
Pekín, por su parte, ha enmarcado estas medidas dentro del escudo necesario para preservar la integridad de su cadena de suministro de materias primas críticas, en medio de una vorágine de demanda en aumento.
La nueva disposición, que consta de 32 artículos y que entrará en vigor el próximo 1 de octubre, establece que los recursos de tierras raras «pertenecen al Estado y ninguna organización o individuo podrá reclamarlos o destruirlos» y que será el propio gobierno chino el encargado de «poner en práctica una minería protectora» de los yacimientos. Asimismo, las autoridades de Pekín adelantan que se realizará un «plan unificado» para el desarrollo de este sector y que «controlarán la cantidad total del minado, fundición y separación de las mismas», estableciendo un sistema de «trazabilidad» de los productos y «gestionando de forma estricta» su circulación.
Históricamente, los recursos subterráneos de la segunda economía mundial se han considerado propiedad estatal. Sin embargo, esta declaración explícita en el reglamento supone una importante aclaración política, destinada al parecer, a combatir las actividades ilegales. El nuevo plan introduce un sistema integral de vigilancia a lo largo de la cadena de suministro, con roles y responsabilidades claramente definidos para las empresas involucradas. Los infractores ahora se enfrentarán a multas de hasta diez veces las ganancias monetarias obtenidas de manera ilícita, el doble de lo propuesto inicialmente.
Las nuevas medidas se suman a las restricciones a la exportación de metales clave para la fabricación de semiconductores como el galio y germanio, o del grafito, arguyendo China en ambos casos la toma de dichas decisiones por motivos de «seguridad nacional», algo que también aparece en el artículo 1 de las nuevas reglas sobre tierras raras.
Esta regulación llegó días antes de que entraran en vigor de forma provisional los aranceles adicionales que la Comisión Europea (CE) anunció para las importaciones de vehículos eléctricos chinos. En las últimas semanas, Pekín ha estado elevando la presión con una investigación al cerdo europeo y avanzando aranceles a vehículos de gran cilindrada o pesquisas «antidumping» a lácteos.
Para Bruselas, estas restricciones suponen un desafío adicional en sus esfuerzos por reducir la vulnerabilidad estratégica del bloque en sectores tecnológicos clave. Expertos subrayan la urgencia de que se intensifique una agenda de diversificación de fuentes de suministro y reestructuración de las cadenas de valor de los recursos críticos como las tierras raras.
Cuando Pekín anunció la creación de una nueva empresa estatal, China Rare Earth Group, en enero de 2022, ya provocó un gran revuelo. La «megafirma» controla entre el 60% y el 70% de la producción china de tierras raras, lo que se traduce en entre el 30% y el 40% de la oferta mundial. Esta extraordinaria cuota de mercado es similar a la que tiene Taiwán en la fabricación mundial de semiconductores. La historia reciente ha puesto de relieve los problemas que plantea una concentración de mercado tan elevada. Cuestiones relacionadas con la cadena de suministro, exacerbadas por la pandemia, han demostrado cómo la dependencia de una sola empresa o país puede ser perturbadora y difícil de resolver cuando la empresa o país de origen no puede satisfacer las necesidades. La alta concentración de la producción y las dependencias comerciales asimétricas han facilitado el uso de políticas comerciales y de inversión económicamente coercitivas en todo el mundo.
[[QUOTE:PULL|||Washington y Bruselas buscan suministradores alternativos de estos materiales]]
Así pues, el temor a que el Reino Medio pretenda ejercer un control sobre la industria y pueda interrumpir las cadenas de suministro de tecnologías críticas, automoción y energías renovables ha desencadenado una carrera en los últimos tiempos para apuntalar los suministros de proveedores alternativos. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han puesto en marcha iniciativas para adquirir tierras raras dentro y fuera de sus fronteras, en países como Vietnam, Brasil y Australia. De hecho, en otro movimiento clave para reforzar la autonomía estratégica europea, la Comisión Europea anunció hace un año la construcción de la primera refinería de metales de tierras raras a gran escala fuera de Asia, que estará ubicada en Estonia. Según declaró la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, esta iniciativa «reforzará la resistencia europea y la seguridad del suministro» de estos recursos críticos.
Un análisis realizado por el Parlamento Europeo en 2022 advertía sobre los riesgos que implica la excesiva dependencia de proveedores monopolísticos para el suministro de materias primas críticas. Según el informe, la Unión Europea importa el 93% de su magnesio de China, el 98% de su borato de Turquía y el 85% de su niobio de Brasil. Además, Rusia produce el 40% del paladio mundial, un hecho que «recuerda las implicaciones estratégicas de la invasión ucraniana y la necesidad de que Europa se prepare para un mundo cada vez más incierto».
Estos datos ponen de manifiesto la vulnerabilidad del continente europeo frente a potenciales interrupciones o restricciones de suministro por parte de países productores dominantes. La Comisión Europea ha subrayado reiteradamente la urgencia de diversificar fuentes, a fin de garantizar la seguridad del abastecimiento de materias primas esenciales para la industria y la transición verde. También ha destacado la necesidad de que los Estados de la UE desarrollen una industria propia para abastecerse de estas materias primas críticas para la transición verde.
[[QUOTE:PULL|||Su uso es básico para turbinas eólicas, paneles solares, coches eléctricos o pantallas LED]]
Las tierras raras son un grupo de diecisiete elementos químicos considerados fundamentales para la digitalización y la transición energética. Aunque se denominan «raros», lo cierto es que no lo son en la corteza terrestre y se encuentran en numerosos emplazamientos. Los REEs tienen propiedades magnéticas, ópticas y electrónicas únicas que los hacen cruciales (y difíciles de sustituir) para muchos usos como turbinas eólicas, paneles solares, vehículos eléctricos, pantallas LED y LCD, discos duros, cables de fibra óptica, catalizadores, aleaciones de acero, tecnologías del hidrógeno y todo tipo de motores eléctricos para coches, juguetes o drones. Además, son clave para la ingeniería aeroespacial y de defensa: aviones, misiles, satélites y sistemas de comunicaciones.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) sugiere que, para alcanzar los objetivos de emisiones netas cero, su extracción tendría que multiplicarse por diez de aquí a 2030. De hecho, ya ha aumentado más de un 85% entre 2017 y 2020, impulsada principalmente por la demanda de imanes permanentes para la tecnología eólica y los vehículos eléctricos.