Las marchas ciudadanas volvieron a ocupar las calles de Lima y otras ciudades del interior del país, en una jornada convocada por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), a la que se sumaron diferentes colectivos y organizaciones sociales y políticas. La protesta contra el Gobierno de Dina Boluarte y el Congreso fue el denominador común. El reclamo principal, la impunidad en torno a los 50 fallecidos durante las protestas sociales y las contrarreformas que se han tramitado desde el Congreso, pero que cuentan con el pleno aval del Ejecutivo. Estos retrocesos se han producido en educación, salud, trabajo, protección de la mujer, justicia y en otros sectores. Los derechos ciudadanos se acortan y se extienden garantías para el narcotráfico, la minería y la tala ilegales, entre otros comercios ilícitos.
La agenda la enriquecieron los movimientos regionales, que estuvieron presentes durante las movilizaciones. En el sur, por ejemplo, con reclamos de más empleo y mejor salario, pero también algunas demandas de plena actualidad como es el rechazo a Tía María en la región Arequipa y otros conflictos ambientales vigentes.
La movilización ciudadana de ayer es el preámbulo de las marchas anunciadas para el 27 y 28 próximos, con la participación de los movimientos regionales y de otras organizaciones que ya van sumándose a la convocatoria inicial. Es la voz de alto a la retahíla de esperpentos jurídicos que está impulsando la alianza conservadora en el poder. Desde los cambios producidos en la definición de la organización criminal hasta la impunidad encubierta detrás de la ley que pretende eximir a algunos de los crímenes de lesa humanidad.
Se trata de defender la reforma universitaria, la vigencia de la meritocracia docente, de los exámenes para serumistas y el abastecimiento de los medicamentos, en especial para los tratamientos de cáncer y de VIH, hoy en peligro. Es decir, demandas ciudadanas que están siendo destruidas por esta coalición autoritaria y corrupta que nos gobierna. La ciudadanía sabe que ha llegado la hora de hacerse oír.