Una treintena de árboles de la madrileña y céntrica plaza de Santa Anta están condenados. Y otros 17 serán retirados para su trasplante, según las marcas que han dejado con spray los responsables de la obra, que preparan las talas previas a las obras para reformar el aparcamiento municipal que hay debajo.
Unas X de pintura amarilla fueron marcadas hace unos días sobre decenas de troncos de los árboles destinados a la tala, entre los que se encuentran varios plátanos o los seis cipreses de gran altura que adornan la zona oeste de la plaza. El resto han sido señalados con la letra T, que indica su trasplante. El consistorio calcula que un tercio de ellos no sobrevivirán a esta operación.
El número de árboles señalados para su eliminación ha variado ligeramente al alza desde que se anunciaron las obras. Según pudo comprobar in situ este periódico, dos de los ejemplares que iban a ser trasplantados han sido marcados para su apeo. Uno de ellos ya ha sido desmochado, aparentemente por el vandalismo.
El señalamiento de los árboles llega una semana después de que el área de Movilidad adjudicara definitivamente el proyecto de reforma y la explotación posterior durante 25 años a Ortiz Construcciones y Proyectos. La concesionaria fue la ganadora de un concurso por el que pagará 6,1 millones de euros al Ayuntamiento de forma inmediata y después 408.752 euros anuales de canon. A cambio, podrá explotar un negocio que facturará al menos 45,8 millones de euros, según cálculos municipales
Las obras de reforma, de las que también se encargará Ortiz, durarán doce meses, algo que también está cosechando quejas entre los numerosos hosteleros de la plaza, que ven cómo se avecina un año de molestias para sus clientes y de dificultades para colocar las abundantes y rentables terrazas que cada día despliegan sobre la plaza.
Los responsables hosteleros consultados por este periódico se muestran contrariados por las talas de árboles y no tienen conocimiento de cuándo arrancarán las obras. El Ayuntamiento de Madrid tampoco les ha informado de cómo afectarán a sus terrazas y temen que pueda ocurrir como en el caso del parking del Carmen, donde su reforma se encontró con amianto, lo que retrasó un año todos los trabajos.
Mientras el consistorio prepara las talas, los vecinos están intentando movilizarse de cara a intentar frenarlas por todos los medios. De momento han convocado a la ciudadanía madrileña a una protesta el próximo martes, 23 de julio, a las 21.00 horas en la propia plaza.
Los vecinos, a través de la Asociación de Sol y Letras, tienen intención de informar a los habitantes y visitantes de Santa Ana de los planes municipales, a través de carteles informativos, además de protagonizar una visible protesta en el centro de su zona peatonal.
La tala de Santa Ana, que nadie tenía prevista hasta hace unos meses, fue avanzada por Somos Madrid el pasado mes de enero. La publicación de la noticia provocó la movilización de los vecinos de la zona y también de importantes figuras de la escena madrileña, encabezadas por Marisa Paredes. “Se va a a convertir en una triste explanada”, avisaba la actriz el pasado invierno en la primera de las protestas.
La empresa encargada de las obras deberá compensar a la ciudad aportando 1.540 árboles a los viveros municipales. La ley del arbolado regional obliga a suministrar un árbol por cada año de vida talado en unas obras.
La de Santa Ana será la tercera tala masiva que tendrá lugar en el distrito Centro, después de la que se produjo hace poco más de un año en la plaza del Carmen, donde también se reforma un aparcamiento municipal que fue privatizado por otros 25 años. En ese caso desaparecieron 59 árboles, algunos de ellos de enorme altura. El proyecto para este parking fue pagado por el hotel de lujo situado en uno de sus laterales y condicionó algunos de los elementos del diseño a sus intereses.
También está prevista la desaparición de 16 de los 17 árboles que rodean la soleada plaza de Soledad Torres Acosta, otro de los lugares donde la reforma de un parking municipal se llevará parte de la masa arbórea del centro de la ciudad. Hace poco el barrio de Malasaña perdía varios árboles por otra actuación del Ayuntamiento muy discutida por sus vecinos.
El aparcamiento de Santa Ana es el último de la zona Centro cuya concesión acababa en los últimos años y que el equipo de Almeida, al contrario de lo que hacía el de Carmena, ha preferido volver a privatizar en lugar de que pase a gestionar sus beneficios la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Según los cálculos municipales, generará una facturación de 45,8 millones de euros durante los próximos 27 años de concesión (25 previstos más dos de prórroga).
La anterior concesionaria del aparcamiento ganaba más de 800.000 euros de beneficios al año antes de impuestos, según sus propios datos de ingresos (1.371.832 euros, sin IVA) y una vez descontados los costes de 564.125 euros al año. Los datos, a los que ha tenido acceso Somos Madrid, indican que en el año 2022 usaron el aparcamiento 221.343 vehículos.