Hay pocas cosas más agradables que meternos en una cama mullida con sábanas recién lavadas. Y Hay pocas cosas más desagradables que meternos en una cama extraña y notar el olor acre de unas sábanas sin cambiar desde hace días. Pero ¿cada cuánto tiempo tenemos que lavar y cambiar las sábanas?
Se podría pensar que las sábanas huelen mal por el sudor, pero esta es solo una parte de las causas. Nuestro cuerpo está desprendiendo células muertas de piel, que además forman entre el 20 y el 50% del polvo que se acumula en casa.
Además, están los fluidos. Durante el sueño, seguimos transpirando, y además se liberan aceites corporales, que producen las glándulas sebáceas del vello y el cabello. Analizando las sábanas con un microscopio es posible encontrar saliva, orina, fluidos genitales y materia fecal entre las fibras.
Los colchones deberían cambiarse antes de los 10 años de uso. Se calcula que a lo largo de ocho años un colchón puede absorber suficiente líquido de nuestro cuerpo como como para llenar dos bañeras, y recibir unos cinco kilos de piel muerta. Cada año, una persona produce 100 litros de sudor que se acumulan en la cama.
Todos estos restos de nuestro cuerpo son un festín para los organismos microscópicos. El ambiente húmedo generado por el sudor durante la noche es ideal para el crecimiento de bacterias y hongos. Esto hace que si las sábanas no se lavan con regularidad, y el ocupante de la cama tiene un arañazo o herida, sea más fácil que esta pueda llegar a infectarse. El pie de atleta y otros hongos pueden transmitirse a través de los tejidos de la cama.
Los ácaros del polvo, unos arácnidos diminutos, se alimentan de las células muertas de nuestra piel y también se sienten en casa en ambientes cálidos y húmedos. Sus heces pasan a formar parte del polvo. Los ácaros pueden causar varios problemas de salud, especialmente en personas con alergias o asma, provocando estornudos, congestión nasal, ojos llorosos y rojos, y picazón en la nariz, garganta o piel. Además, en personas con asma, la exposición a los ácaros del polvo puede agravar los síntomas asmáticos, provocando dificultad para respirar, sibilancias y tos.
Aunque te duches antes de dormir, tu cuerpo sigue produciendo y desprendiendo todas estas sustancias mientras duermes, que se transfieren a las sábanas, dando lugar a manchas y malos olores. Cuando dejamos las sábanas y fundas de almohada puestas durante demasiados días, esto permite que los fluidos penetren en las almohadas y colchones, que son mucho más difíciles de limpiar que las sábanas, que van a la lavadora.
Las sábanas pueden acumular partículas de polvo y otros contaminantes presentes en el aire, incluso en un ambiente limpio. Si tienes mascotas, estas también pueden dejar pelo, caspa (células muertas de su piel) y otros residuos en la cama. A esto se suman los restos de cosméticos que la gente usa en su piel, el polen, y los restos de comida de quienes comen en la cama.
En un estudio reciente que evaluó el nivel de contaminación fúngica de la ropa de caman, los investigadores descubrieron que las almohadas de plumas y sintéticas de entre 1,5 y 20 años de antigüedad pueden contener entre cuatro y 17 especies diferentes de hongos.
Según explica el microbiólogo de la Universidad de Nueva York Philip Tierno la acumulación de fluidos y células muertas en la cama empieza a ser significativa entre una y dos semanas, por lo que las sábanas deberían cambiarse al menos cada semana. En esta recomendación insisten también los autores de un estudio publicado en la revista Journal of Allergy and Clinical Immunology. Tras analizar miles de hogares en Estados Unidos, los investigadores descubrieron que más del 90% de ellos tenían al menos tres alérgenos detectables en sus dormitorios.
En cualquier caso, la frecuencia con la que necesitas lavar las sábanas varía según varios factores, incluyendo tus hábitos personales, condiciones de salud y el clima.
Para la mayoría de las personas sanas, la recomendación es lavar las sábanas una vez por semana. Esta frecuencia ayuda a reducir la acumulación de ácaros del polvo, células muertas de la piel y bacterias. Las personas con alergias o asma pueden necesitar lavarlas con mayor frecuencia, incluso dos veces por semana, para minimizar la exposición a alérgenos.
En invierno, si duermes solo y te duchas antes de acostarte, podrías extender el lavado de sábanas a cada dos semanas. Sin embargo, esto no es lo más recomendado si quieres mantener una buena higiene.
En verano, climas cálidos y húmedos, o si sudas mucho por la noche, es aconsejable lavar las sábanas más a menudo debido a la acumulación de sudor y humedad, que pueden fomentar el crecimiento de hongos y bacterias.
Si estás enfermo, especialmente con enfermedades contagiosas, es importante lavar las sábanas con más frecuencia para evitar la propagación de gérmenes. Además, si convives con perros o gatos que duermen en tu cama, es recomendable lavar las sábanas aún con mayor frecuencia, ya que los animales pueden traer más suciedad, pelo, caspa y parásitos al lecho que sus dueños.