Continúa la preparación olímpica por el momento para Rafael Nadal en el cuadro individual tras la victoria en cuartos ante Mariano Navone, 23 años y 36 del mundo. Un triunfo a lo Nadal, con altibajos, irregularidades en la mano del balear, pero que equilibró con agresividad y una defensa a prueba de todo. Y que acabó por desequilibrar a su favor con esa capacidad tan suya y única de pelear hasta el final que derribó finalmente la resistencia del argentino, aplauso en su actuación porque lo tuvo amarrado durante mucho tiempo, pero ante Nadal a veces ni eso es suficiente. Nadal, 38 años y miles de partidos en sus piernas, se está preparando de la mejor forma que sabe para la competición olímpica, a la que aspira a medalla en individual y en dobles con Carlos Alcaraz. Pero lo que no tiene que preparar nada, que eso llega de forma innata, es la persistencia, la lucha y esa capacidad de darse otra oportunidad aunque no juegue bien. Que si quiere ganar el rival, tendrá que hacerlo de verdad, superando a un Nadal irregular con todas sus virtudes de pelea y compromiso intactas. Y eso es mucho para cualquiera. Incluso para este Navone bravo y decidido que lideró gran parte del duelo, pero que fue viendo cómo todo su gran partido no iba a ser suficiente al final. Apeló Nadal a la defensa a ultranza, a las carreras de lado a lado y a la desesperación, en la que cayó el argentino porque ni siquiera los puntos que lideraba acababa por ganarlos si le dejaba un milímetro de espacio al rival. Ni siquiera los juegos que tenía por delante lo impulsaron al final, aunque lo intentó, vaya si lo intentó. El argentino hizo suyo el partido al inicio del primer set, su ritmo, su juego, su estrategia; y con una remontada desde el 40-0 hasta el break que descentró a Nadal en el primer juego. No estuvo fresco el balear, que salió sin chispa y pasó por una fase complicada en esos primeros compases, con demasiados errores propios, al contrario que Navone, al que le salían todas las ideas frescas y acertadas en la pista. Ceja levantada en el mallorquín, que no encontraba soluciones ni se despejaba la marejada que sufría internamente y aunque consiguió recuperar la rotura, volvió a perder su saque dos veces más en el primer set. Algo lento en los movimientos, aprovechó Navone para conseguir puntos cómodos cuando conseguía desplazar al balear con bolas altas hacia su revés y cerrar el punto con derecha paralela plana. Al balear le costaba recuperar terreno en la pista y se vio con un 1-4 que lo enfadó. Subió el porcentaje de primeros y trató de arañar el terreno perdido con más contundencia con la derecha, leyendo mejor el saque del rival y con puntos largos, que fueron incomodando un poco más argentino. La agresividad lo acompañó y, a lo Nadal, fue construyendo un mejor nivel hasta recuperar la desventaja. Del 1-4, al 3-5 y al 6-5 por encima y con dos bolas de set al resto incluso. Pero de nuevo en el tie break, bajón de intensidad de Nadal, que solo pudo conseguir dos puntos porque no encontró la continuidad con sus golpes de fondo. Y Navone volvió a hacerse fuerte en los puntos cortos. El esfuerzo de ese tie break estupendo pasó algo de factura al argentino, algo más bajo en la intensidad en el inicio del segundo set. También Nadal subió las prestaciones porque se había conseguido lo más difícil, recuperar dos breaks y hasta tener dos puntos de set, pero no se conseguía el premio. Y dolió. Por eso, entró más fuerte el balear, después de pasar por el vestuario en el cambio de set. Afinó la derecha y consiguió mover de lado a lado a Navone, que no llegaba a todas y tampoco acertó a sostenerse con su servicio. Un 3-0 rápido que, sin embargo, tuvo un frenazo en la mano del campeón de 22 Grand Slams. Otra vez demasiados errores y lentitud para las propuestas del argentino, que volvió a envalentonarse ante el bajón del rival. Demasiados gestos contrariados en el rostro de Nadal, incómodo como en muchas fases del partido, pero no se resintió mentalmente. Siguió batallando, por mucho que sufriera con su derecha y contra un Navone encendido de nuevo que empató a cinco cuando se cumplían dos horas y cuarto de partido. Pero Nadal ya había entrado en esa fase de aguante y defensa con la que no pudo Navone, rendido por fin en ese segundo set. En el tercer parcial, mismas condiciones que en los dos anteriores. La energía iba a rachas: primero fue Navone quien se impulsó, un 2-0 que invitaba a otra remontada a lo Nadal. Y así lo hizo, porque el balear se centró, estiró los golpes y pareció sacar todo lo que tenía para encarrilar con más facilidad el triunfo. Otro Nadal que se fue al 5-2 y saque con el que la grada ya casi celebraba el triunfo del español. Pero volvió a salir el Nadal fallón y el Navone que quería protagonizar uno de esos partidos para la historia. Obligó a un poco más al balear, que no solo perdió su turno de saque sino que tuvo que volver a quebrar el servicio del argentino porque este empató a cinco un partido ya larguísimo. Pero prevaleció Nadal, ese Nadal que l ha hecho leyenda, el del sufrimiento, la irregularidad pero la superioridad mental con el que supera a todo: a sus propias nieblas y a los rivales. «Nadie estaba en control al final en este partido. He estado muy cerca de perder este partido en el segundo set. Pero he podido rehacerme en un cambio de dinámica y al final. No he estado centrado en muchos momento del partido: con el 3-0 en el segundo y 5-2 en el tercero y he perdido. Pero he podido aguantar físicamente, afortunadamente para mí. Estoy vivo ahora, pero veremos mañana, pero estoy contento de estar en semifinales. Espero que el partido sea por la tarde, hay que recuperar este cuerpo que ya no es joven», comentó el jugador. El Nadal-Navone de cuartos de Bastad ya ha entrado en la lista de los más largos de su historia del tenis a tres sets, con esas tres horas y 58 minutos. Por detrás del partido de semifinales del Masters 1.000 de Madrid entre Nadal y Djokovic duró cuatro horas y 9 minutos; el más largo que ha jugado el balear.
