El Programa de Recuperación y Utilización Educativa de Pueblos Abandonados (PRUEPA) se erige como una iniciativa que permite a estudiantes revitalizar tres pueblos abandonados en España. Gestado en los años 80 y formalmente iniciado en el curso 1984/85, está respaldado por los ministerios de Transición Ecológica, Educación y Formación Profesional, y Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, en colaboración con las consejerías de Educación de Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón.
El PRUEPA se desarrolla en tres localidades españolas: Umbralejo (Guadalajara), Granadilla (Cáceres) y Búbal (Huesca). El objetivo principal del programa es proporcionar a los jóvenes, mayoritariamente de entornos urbanos, una experiencia educativa integral que fomente el respeto por el medio ambiente y la comprensión de la vida rural. Además, se busca la recuperación cultural y física de estos enclaves mediante actividades prácticas y sostenibles.
El programa, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, ha evolucionado desde su enfoque inicial en la recuperación física de los pueblos hasta convertirse en un referente educativo que promueve el desarrollo sostenible y los valores socioambientales. Los estudiantes, durante su estancia, participan en talleres de educación ambiental, recuperación cultural, y actividades de salud y convivencia.
Estas actividades incluyen la recuperación física y cultural y mantenimiento de los pueblos, educación ambiental, salud, animación y convivencia. Los talleres abarcan diversas disciplinas como la antropología, carpintería, cerámica, expresión corporal, danzas, reciclaje y transformaciones, y uso de vídeo y fotografía.
Granadilla, situada al norte de Cáceres, es un testimonio viviente de la historia, con su muralla del siglo XII casi intacta y una biodiversidad que incluye jabalíes, águilas y buitres. Esta villa, ubicada a 400 metros de altitud y rodeada por el embalse de Gabriel y Galán, ha sido declarada conjunto Histórico-Artístico. Su vegetación combina encinas, alcornoques, olivos y pinos negrales, mientras que su fauna cuenta con especies protegidas como el águila real y el buitre negro.
Umbralejo, en plena Sierra de Ayllón de Guadalajara, destaca por su arquitectura negra de pizarra y su entorno montañoso. Situado a 1.260 metros de altitud, este pueblo medieval presenta un clima característico de montaña y una rica flora que incluye robledales, encinares y vegetación de ribera. La fauna local abarca jabalíes, corzos y diversas aves rapaces como el buitre leonado y el halcón peregrino.
Búbal, en el pirenaico Valle de Tena, ofrece un paisaje de contrastes geomorfológicos y una rica biodiversidad. Este enclave, situado en la margen derecha del río Gállego, se encuentra en un área de grandes diferencias de altura y origen glaciar. Su vegetación incluye pinos, abetos y robles, mientras que su fauna alberga especies protegidas como el quebrantahuesos.
Durante su estancia, los estudiantes no solo contribuyen a la preservación y recuperación de estos pueblos, sino que también desarrollan conciencia ambiental y social que les prepara para enfrentar los desafíos del futuro. "El programa pretende un acercamiento a la vida rural de los jóvenes que en su mayoría viven en el mundo urbano, brindándoles la posibilidad de comprender la necesidad de un cambio de actitudes para asegurar el equilibrio del hombre con su entorno", explican desde el propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
El programa está abierto a estudiantes matriculados en centros educativos españoles sostenidos con fondos públicos o alumnos de Secciones españolas o Secciones bilingües en centros de otros países de la Unión Europea, que cursen 3º y 4º de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Formación Profesional Básica. La edad máxima para la participación es de 17 años cumplidos en el año de la convocatoria. "Se reserva un 4% del cupo de plazas para alumnado de las secciones españolas o bilingües en centros de otros países de la Unión Europea", indican en la información de la convocatoria de este verano 2024.
En el marco del desarrollo del programa, cada centro participante dispone de un periodo de tiempo de entre 7 y 10 horas semanales para poner en práctica su proyecto de participación, que debe reflejar también las actividades previas y posteriores a la estancia en el pueblo. Además, los pueblos cuentan con espacios como casas del alumnado y profesorado, comedor, sala de proyecciones, museos, minipolideportivo, biblioteca, auditorio al aire libre e invernadero.