El síndrome del intestino irritable (SII), caracterizado por dolor abdominal, distensión abdominal y alteración del hábito intestinal, puede durar cuatro años o más después de un episodio de gastroenteritis en aproximadamente la mitad de los afectados, según un análisis de datos agrupados de la evidencia disponible, recogido por Europa Press y publicado en línea en la revista 'Gut' por Gianluca Ianiro, Departamento de Medicina y Cirugía Traslacional, Universidad Católica del Sagrado Corazón, Roma, Italia.
Los hallazgos sugieren que los posibles culpables son bacterias agresivas y proinflamatorias, como Proteobacteria y Enterobacteriaceae, y el virus responsable de la infección por COVID-19, el SARS-CoV-2.
El síndrome del intestino irritable y la indigestión recurrente de causa desconocida (dispepsia funcional) son trastornos del eje intestino-cerebro. Aunque son comunes en todo el mundo, sus causas siguen siendo poco conocidas, señalan los investigadores.
Sin embargo, se cree que un ataque repentino de gastroenteritis, generalmente provocado por una infección viral o una intoxicación alimentaria, es uno de los posibles desencadenantes, explican los investigadores, quienes añaden que aproximadamente 179 millones de personas en todo el mundo sucumben a la gastroenteritis cada año.
Para explorar esto más a fondo, buscaron en bases de datos de investigación estudios publicados sobre el desarrollo del síndrome del intestino irritable o dispepsia funcional después de un episodio de gastroenteritis en personas monitoreadas durante al menos 3 meses después del episodio.
De un total de 75 estudios elegibles, 45, en los que participaron un total de 21.870 personas, en su mayoría de Europa y América del Norte, eran adecuados para el análisis de datos agrupados. Se consideró que dieciséis estudios eran de alta calidad y el resto, de calidad aceptable.
La prevalencia del síndrome del intestino irritable después de un episodio de gastroenteritis fue del 14,5 %, según 46 estudios en los que participaron 14 446 personas. Y la prevalencia de la dispepsia funcional fue de casi el 13 %, según 13 estudios en los que participaron 5636 personas.
En comparación con los que no habían tenido gastroenteritis, los que la habían tenido tenían más de 4 veces más probabilidades de desarrollar SII y 3 veces más probabilidades de desarrollar dispepsia funcional posteriormente.
No hubo datos suficientes para agrupar los resultados del estudio sobre el tiempo durante el cual persistió la dispepsia funcional después de la gastroenteritis, pero el análisis de datos agrupados para el SII indicó que los síntomas habían persistido entre 6 y 11 meses en 100 de 201 personas (50%) en 5 estudios, y entre 1 y 4 años en 125 de 239 (52%) personas en 3 estudios. Y los síntomas duraron más de 5 años en 187 de 471 (40%) personas en 4 estudios.
El análisis de datos agrupados pudo destacar ciertos factores de riesgo para desarrollar SII después de un episodio de gastroenteritis, el más influyente de los cuales fue un historial de ansiedad: esto se asoció con un riesgo tres veces mayor. Por otra parte, diarrea que dura más de tres semanas se asoció con más del doble de riesgo, mientras que el ingreso hospitalario y el sexo femenino se asociaron con un aumento del riesgo del 65% y el 59%, respectivamente.
El análisis de los agentes infecciosos implicados mostró que los virus estuvieron implicados en casi el 11% de los casos (13 estudios; 3585 personas), las bacterias en poco más del 18% (20 estudios; 7050 personas) y los parásitos en el 30% (2 estudios de 779 personas).
La prevalencia más alta de SII después de una gastroenteritis se asoció con una infección por Campylobacter (21 %), según se informó en 6 estudios. Y las probabilidades de desarrollar SII fueron 5 veces más altas después de una infección por especies de Proteobacteria y 4 veces más altas para la infección por especies de Enterobacteriaceae.
Las personas infectadas con SARS-CoV-2 o parásitos tenían 5 veces más probabilidades de desarrollar SII. La prevalencia de dispepsia funcional después de una gastroenteritis fue de casi el 14% para las infecciones bacterianas (4 estudios; 759 personas) y del 10% para la infección por SARS-CoV-2 (5 estudios; 1269 personas), siendo las especies de Enterobacteriaceae la fuente de infección más común.
Aunque el suyo es el mayor análisis de datos agrupados realizado hasta la fecha sobre la prevalencia del síndrome del intestino irritable y la dispepsia funcional después de un episodio de gastroenteritis, los investigadores reconocen varias limitaciones en sus hallazgos.
Pese a ello, los investigadores señalan: "La fisiopatología de [los trastornos de la interacción intestino-cerebro] es poco conocida, y los profesionales sanitarios tradicionalmente perciben estos trastornos como enfermedades principalmente psicológicas y menos 'válidas', con un riesgo potencial de subestimar las expectativas y quejas de los pacientes".
Y concluyen: "En general, como la gastroenteritis aguda es un trastorno común en todo el mundo, nuestros hallazgos pueden ser relevantes para la salud pública y los médicos deberían prestar atención si sus pacientes presentan un episodio reciente de gastroenteritis infecciosa".