El grupo de La Izquierda en el Parlamento Europeo ha designado a la eurodiputada de Podemos Irene Montero a la presidencia del Parlamento Europeo, un cargo que se votará este martes en la sesión constitutiva de la Eurocámara y para el que es máxima favorita la actual presidenta, la popular maltesa Roberta Metsola.
"El grupo de la izquierda europea ha decidido que Irene Montero sea la candidata para la defensa de la paz, el fin del genocidio en Palestina, los derechos feministas y LGTBI y una Europa que rompa la coalición de guerra", dijo la delegación europea de Podemos en un comunicado, que precisó que Montero fue propuesta como candidata por varias delegaciones y aprobada por aclamación.
Montero tiene escasas opciones de sacar adelante la candidatura, ya que Roberta Metsola, la política maltesa, acude a buscar la confianza del hemiciclo por segunda vez consecutiva con el apoyo de, al menos, populares, socialdemócratas y liberales, informa Efe. Metsola, parece no tener rival para liderar la Eurocámara. Su candidatura es la más popular y está previsto que consiga un respaldo mayoritario por parte del pleno para presidir la institución. Asiento que ocupa desde enero de 2022.
Sin embargo, Montero sí que tendrá la oportunidad de dirigirse al pleno con un discurso para defender su candidatura a partir de las 10:00 horas en Estrasburgo (Francia), momento en el que se reunirá por primera vez el Parlamento Europeo que inicia su décima legislatura. Según explica el partido morado, Irene Montero ha sido propuesta como candidata por varias delegaciones y ha sido aprobado por aclamación.
La primera tarea que tiene el Parlamento Europeo será precisamente elegir la presidencia de la Eurocámara, la persona que estará al frente de la institución hasta 2027. Además, los eurodiputados que se estrenan este martes también tendrán que seleccionar (igualmente en voto secreto) a los 14 vicepresidentes y cuestores de la Cámara, que al igual que la presidencia se elegirán por un mandato de dos años y medio. Un reparto de altos cargos en el que la llamada gran coalición, formada por los partidos proeuropeos de centro (populares, socialdemócratas y liberales), intentarán excluir a los grupos de extrema derecha para minimizar su influencia política durante la nueva legislatura.
