Cansado, todavía con la resaca de su triunfo y el de la selección española reflejado en el rostro, Carlos Alcaraz cumple como campeón y vuelve a Wimbledon para hacerse la foto oficial con el trofeo y para sentarse unos minutos con ABC. En la charla, familia, ilusiones, deberes y Juegos de París para entender un poco más a este chico de 21 años que maravilla al mundo del tenis. —¿Ha podido dormir algo? —He dormido un poco. Con la cena de campeones –donde bailó con Krejcikova (campeona femenina)– que fue en el centro de Londres, un trayecto más largo, he llegado muy tarde y entre unas cosas y otras me tuve que acostar tarde. Pero como digo, bendito problema. —Gana por segunda vez en Wimbledon y de forma consecutiva, y a Novak Djokovic de nuevo. ¿Van a dejarle de impresionar las cosas? —Yo creo que no le pierdo esa ilusión de volver a saltar a la pista central, de volver a jugar otra final de Wimbledon y eso es muy bonito. El seguir sintiendo esos nervios como si fuera la primera vez que lo vivo es bonito y especial. Conforme vaya cogiendo más experiencia y jugando más veces, ojalá que lleguen más finales y más veces a la central, le iré cogiendo el tranquillo a estas situaciones y a lo mejor me comerán menos los nervios, pero de momento seguiré viviéndolo como la primera. —Ha habido muchos cambios en su vida para llegar hasta aquí, ¿cuál ha aceptado más a regañadientes? —Buff, todavía me cuestan varias cosas que estoy intentando cambiar. El tema del descanso, por ejemplo, el intentar irme a la cama pronto para dormir mis horas y descansar correctamente. Y el tema del teléfono, intentar quitármelo o utilizarlo menos tiempo. El tema de la comida, por supuesto. Introducir también un poco la lectura, que a mí tampoco me gusta del todo, pero sé que es bueno para mí. Son cosas que, poco a poco, estoy intentando mejorar, pero que me cuestan, me cuestan. —¿Y quitarse el gluten? ¿Era por intolerancia? —Es porque me siento mejor. Me hice una prueba para ver qué me venía bien y qué me venía mal y se vio que el gluten no me sentaba del todo bien, aunque yo no lo sentía. Al final intolerancia no era. Era, simplemente, que si quería dar ese uno o dos por ciento extra al estar mejor físicamente y encontrarme mejor en la pista tenía que quitármelo. —Cuando lanza alguno de esos 'divertiros' suyos, ¿nota sobrevolando la mano de Ferrero para darle la colleja? —Muchas veces me cohíbo más de la cuenta por él. Por la que me puede caer después. Sí lo noto, sí. Cada vez que hago algún golpe de estos que no toca, los de la diversión, a veces ni lo miro porque sé que directamente desde el palco me va a dar la colleja. —¿Se ve preparado para ganar los cuatro Grand Slams el mismo año? —Sería el top del top. Tenemos dos de cuatro, hemos conseguido la mitad. Pero de momento no es nuestro objetivo. Obviamente cada Grand Slam al que vamos, intentamos ganarlo, pero intentamos no meternos esa presión de conseguir el Grand Slam. Es un objetivo claro que uno o dos lo han podido conseguir en toda la historia del tenis, así que es algo que nos hace ilusión que esté nuestro nombre en ese dato. Ya habrá tiempo de ponerlo en el punto de mira, pero no es lo que pensamos ahora. —Y cuando llega a casa, ¿a un doble campeón de Wimbledon se lo obliga a hacerse la cama? —Una vez piso mi casa, estoy bajo las normas de mis padres. Así que da igual que haya ganado dos Grand Slams o que haya ganado quince. Ellos son los que mandan y yo creo que eso también es lo bonito. Que una vez que entro en casa me olvido de la parte tenística y soy la persona de siempre. —¿Qué echa de menos cuando está fuera de casa? —Estar en casa tranquilo, con mi gente. Sin hacer gran cosa porque al final en casa yo disfruto no haciendo grandes cosas, sino lo más sencillo y lo más natural, es lo que me caracteriza y más disfruto. Es lo que más echo de menos. —¿Cómo se maneja su fama en casa entre los hermanos? —Yo creo que ellos disfrutan viéndome. Mis logros los sienten suyos. Ellos están apoyándome todos los días. Me ven como el hermano mayor, no como el tenista famoso que ha sido número 1 o que ha ganado Grand Slams, sino como el hermano mayor que tengo que cuidar de ellos; y Álvaro me ve como el hermano pequeño que soy. Eso es bonito y eso es lo que quiero de ellos, que no me vean como el tenista sino como la persona y el hermano de siempre. —¿Cuándo sale con sus amigos, le toca pagar siempre? —A mí me sale, ellos me dicen siempre que no hace falta, que pueden, pero me sale un gesto de pagarles la cena. No siempre, pero de vez en cuando. —¿Qué es más importante: ganar Eurocopa o Roland Garros-Wimbledon? —La Eurocopa es cada cuatro años y eso lo hace muy complicado. Roland Garros y Wimbledon es cada año, pero ganarlos seguido muy muy pocos lo han conseguido. Vamos a dejarlo en empate. —¿El Balón de Oro, suyo o de Lamine? —Yo la Pelota de Oro y él el Balón de Oro. —Se acercan los Juegos Olímpicos, ¿está en contacto con Nadal? —No mucho. Él también está en sus cosas, nosotros en las nuestras. Hablamos poquito, pero cuando estemos en los Juegos, hablaremos de ese dobles y, sobre todo, de cómo vamos a hacerlo. —¿Lo dejará que mande o no? —Ahora mismo no estoy nervioso. Cuando se acerque la ocasión sí que lo estaré. Y sí, obviamente, él ya ha vivido esto, él ya sabe lo que es jugar unas olimpiadas, ganar un oro tanto en individual como en dobles. Yo soy nuevo, soy el novato aquí, así que me toca cerrar la boca y solo escucharlo. —¿A quién le pedirá un selfi? —Es algo que no he pensado. Soy muy vergonzoso. No lo sé. Me tendré que ver en la Villa Olímpica y ver a todos los deportistas para decir 'ostras, me gustaría una foto con él'. —Usted será un objetivo, ¿tendrá paciencia? —Sí, sí, sí. Obviamente. Para mí, es una locura estar viviendo esa experiencia, estar en la Villa Olímpica, y tengo gran respeto por todos los atletas que se han clasificado y están representando a España en los Juegos. Así que quien quiera tener una foto conmigo, que yo creo que el objetivo será Rafa, quien quiera conmigo, yo más que encantado. —¿Qué le gustaría ver de los Juegos? —Me encantaría ver el golf y el baloncesto. El baloncesto me pilla un poco más retirado, porque es en Lille; el golf me han dicho que es al lado, así que esas dos disciplinas me encantaría verlas. —¿Se va a dar algún capricho? —De momento no he pensado ninguno. —¿Ni tatuajes? —El de la Torre Eiffel tengo pensado hacérmelo esta semana. A lo mejor en el de Wimbledon pongo 2024 al lado.