Cuando acabó la era Luis Enrique , tras la sonora eliminación en el Mundial de Qatar, y la Federación Española de Fútbol decidió ascender de inmediato al seleccionador de la sub21 , muchos comentaristas hablaron de «continuidad», como si se acabara de verificar un trámite burocrático de escasa emoción y triste porvenir. Casi nadie intuyó entonces que el nuevo entrenador de la Roja –un hombre ya mayor, discreto, cortés, sin experiencia en grandes banquillos, musculoso y con gafitas– iba a comenzar una revolución. Luis de la Fuente Castillo (Haro, La Rioja, 1961) no tiene pintas de líder revolucionario, aunque sus modales lo sean: estrecha las manos de los periodistas, los llama por su nombre, atiende las preguntas con respeto, contesta...
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