En las frías profundidades del océano Ártico y del Atlántico Norte reside el vertebrado más longevo del mundo. Este coloso marino, adaptado a condiciones extremadamente frías, posee un metabolismo constante y mecanismos de supervivencia que desafían las expectativas biológicas. Sus tejidos oculares, estudiados con técnicas de datación por radiocarbono, revelan la impresionante capacidad de vivir hasta 500 años.
El tiburón de Groenlandia, conocido científicamente como Somniosus microcephalus, encabeza la lista de los vertebrados más longevos del mundo. Este animal puede vivir más de 270 años, y algunos estudios sugieren que su vida podría extenderse hasta los 500 años. La sorprendente capacidad de vivir tanto tiempo se confirmó mediante técnicas avanzadas, como la datación por radiocarbono aplicada a sus tejidos oculares, lo que proporciona una ventana única a la vida prolongada bajo el mar.
Además, investigaciones recientes han revelado que estos animales mantienen un nivel constante de actividad metabólica a lo largo de su vida, lo cual es inusual para cualquier ser vivo y sugiere que poseen mecanismos únicos de adaptación y supervivencia en los fríos abismos oceánicos.
De color gris oscuro, marrón o negro, con un cuerpo en forma de cilindro, ojos pequeños, hocico redondeado y sin aleta anal, los tiburones de Groenlandia son verdaderos colosos del mar. Pueden alcanzar longitudes de hasta siete metros y un peso de 1,5 toneladas. Su envergadura les permite dominar los fríos mares del norte como depredadores o carroñeros. Su cuerpo, adaptado a las profundas y frías aguas, está diseñado para una vida de lenta, pero constante exploración del fondo marino.
Su estructura física incluye características como un cuerpo grueso y musculoso, piel áspera y dientes adaptados tanto para desgarrar presas grandes como para triturar y consumir carroña del fondo del océano. Su apariencia puede parecer primitiva, pero es el resultado de millones de años de evolución, optimizada para un entorno desafiante.
El hábitat natural de este ser vivo abarca las frías aguas del océano Ártico y del Atlántico Norte, donde las temperaturas pueden descender muchos grados bajo cero. A pesar de estas condiciones extremas, han desarrollado adaptaciones notables que les permiten no solo sobrevivir, sino prosperar. Su sangre contiene compuestos que actúan como anticongelantes naturales, evitando que el frío inmovilice sus funciones corporales.
Cabe precisar que, estos vertebrados son principalmente carroñeros, y se alimentan de los restos de animales muertos que se hunden hasta el fondo oceánico. Sin embargo, también cazan peces, calamares y, ocasionalmente, mamíferos marinos más grandes. Esta alimentación variada les permite maximizar la energía obtenida del entorno, lo cual es vital para sostener su larga vida en condiciones extremas.
De acuerdo con National Geographic, el tiburón de Groenlandia es un animal esquivo que rara vez es capturado por las cámaras. De hecho, la primera fotografía de un ejemplar vivo no se logró hasta 1995.