Cuando un delantero está en racha, todo lo que toca acaba en gol, y algo así le ha sucedido a Luis de la Fuente este último mes en Alemania. El seleccionador parece bendecido en el banquillo y todas las decisiones que ha tomado en los partidos le han acabado dando la razón. En la final tuvo que tomar varias complicadas y, aunque en algún momento pudieron parecer equivocadas, el resultado le acabó dando la razón. Cuando Rodri, el mejor jugador de la selección, se tuvo que ir lesionado, metió a Zubimendi cuando muchos le pedían a Merino, pero él conoce mejor que nadie a los futbolistas, y sabía que el hombre que podía hacer el trabajo del líder del City era «Zubi». Y cuando Morata ya no podía más volvió a confiar en Oyarzabal, su segunda opción claramente en la posición de «9», un futbolista que no trabaja tanto en la presión como el capitán, pero que apareció para poner su nombre en la historia de la selección con el gol de la victoria, como Marcelino en la primera Eurocopa ganada por España.
Siete victorias consecutivas ha firmado De la Fuente en el torneo, culminando quince meses y medio de ensueño en el banquillo de la Roja. La derrota en su segundo encuentro, en Escocia, parece ahora lejanísima, porque desde entonces metió a la selección en la Eurocopa y le ha dado dos títulos en las dos finales que ha disputado. Llegó después de la ruidosa etapa de Luis Enrique y ha impuesto su sello tanto en la forma de jugar del equipo como en la sala de prensa, donde desde el primer día llama por su nombre a los periodistas que le preguntan y contesta con educación y sin aspavientos.
Quería, sobre todo, buenas personas en su convocatoria, chicos que conoce de las inferiores y que se han matado por su entrenador hasta llevarlo a lo más alto. Por eso, lo primero que hizo De la Fuente al ser preguntado tras el título, fue darle el mérito a los suyos. «En el descanso les dije que fuésemos nosotros, que tuvieran confianza, que era un partido de madurar y madurar mucho, pero es que ellos interpretan bien todas las situaciones del juego. Son los mejores del mundo, los más grandes», decía en La1 sobre sus futbolistas, que le han respondido tanto desde el once titular como entrando en los segundos tiempos. «No se puede estar más feliz que yo viendo a la afición y a los jugadores. Ha sido un día maravilloso, se ha coronado un auténtico equipo, hoy estoy más orgulloso todavía que de ellos, y gracias a la afición por todo el apoyo», continuaba De la Fuente sin querer hablar mucho de sí mismo, con ese perfil bajo que le valió para llegar a la estructura de las categorías inferiores de la Federación Española de la mano de Iñaki Sáez y Ginés Meléndez.
De la Fuente llegó entre dudas al cargo e incluso su renovación antes de la Eurocopa levantó alguna ceja, pero en unos meses le ha dado la vuelta a todo y ya está en la misma mesa que Luis Aragonés y Vicente del Bosque, los últimos dos técnicos campeones del triplete mágico culminado en 2012. «Siempre se puede mejorar, es el objetivo. La virtud de este equipo es que siempre podemos ser un poquito mejores, y eso intentaremos en la siguiente competición», decía sobre el futuro, que continúa con el Mundial de 2026. En menos de año y medio ya tiene dos títulos, mientras que Gareth Southgate se va a ir sin conseguir que el fútbol vuelva a casa después de 1966.