Marcelino marcó el camino hace 60 años y Nico Williams y Oyarzabal hicieron que España lo recorriera por cuarta vez en el Olímpico de Berlín. Nadie ha ganado tantas Eurocopas como la selección española. Un recorrido que empezó viéndose en el No-Do y que ahora se ve en pantalla gigante en los pueblos de España
La selección volvió a sobreponerse a la adversidad. No sólo por ese gol de Cole Palmer, el inglés que ya dejó a España sin este mismo título el verano pasado en la categoría sub’21. La selección tuvo que levantarse dos veces y las dos veces lo hizo a lo grande.
Nico Williams quiso entrar en la historia empujado por Lamine Yamal. «Para ser profundos hay que ser anchos», dice Ángel Cappa y a eso se ha dedicado España desde que comenzó el torneo, a abrir el campo para que los niños se diviertan. Pero no juegan solos. Cuando Lamine avanzaba por la derecha, Morata y Dani Olmo se encargaron de arrastrar defensas hacia ese lado para que Nico llegara por el otro con el terreno despejado. Una jugada que se ha repetido durante todo el campeonato.
Le había costado a España llegar por los lados en la primera mitad. Nico no parecía él, acalambrado y tenso después de los primeros 20 minutos. Y Shaw tampoco dejaba mucha libertad a Lamine por el otro costado. El primer gol llegaba en una jugada entre ellos dos cuando más fuertes eran las dudas de los jugadores de la Roja.
Rodri había abandonado el césped al final de la primera mitad llevándose las manos a la cara. Se había lesionado en un choque con Laporte y se veía fuera de la final. Al centrocampista del City le dolía la pierna y a España le temblaban. Rodri había sido la referencia durante todo el torneo, el hombre que había puesto calma en los momentos complicados y orden siempre.
Aunque Inglaterra apenas le había dejado jugar. Siempre estaba Foden encima y era Fabián el que tenía que ir a recibir, España necesita a Rodri. Siempre está donde tiene que estar y por eso se lesionó, por ir a tapar un disparo al borde del área. Estiró demasiado la pierna y, además, chocó con Laporte, que también quedó dolorido.
Pero ahí, con Zubimendi en el campo por obligación, y con las caras más serias de los jugadores de España en todo el torneo salió lo mejor. El gol de Nico y todo lo que vino después. Porque de repente había espacios para correr y terreno para disfrutar. Dani Olmo estuvo cerca de marcar el segundo poco después, pero el disparo se le fue después de revolverse en el área.
España disfrutaba y no echaba de menos a Rodri. A Nico ya no le dolían las piernas y la rodilla de Laporte funcionaba perfectamente a pesar de haber sido arrollada por Rodri. El pequeño de los Williams quiso marcar el segundo desde fuera del área, pero el disparo también se le marchó desviado. Villa, Iniesta, Xavi y alguno más disfrutaban desde el campo recordando lo que ellos habían hecho 16 años antes sobre el césped del Pratter de Viena.
Inglaterra no se había acercado a la portería de Unai Simón hasta el tiempo añadido de la primera mitad y todo parecía controlado.
Pero Southgate se acordó de Palmer, encerró a Kane en el banquillo y puso en el campo a Watkins, el salvador en la semifinal contra Holanda en una mezcla de dirección táctica y de superstición. Y en eso llegó el gol de Palmer en un disparo desde el borde del área que rozó Zubimendi y al que no pudo llegar Unai Simón.
España tenía que volver a empezar con los ingleses crecidos. Habían empezado perdiendo en todos los cruces y en todos habían terminado pasando, aunque fuera desde el punto de penalti.
La Roja había ganado todos los partidos, había sido la mejor selección del torneo y había demostrado una gran fortaleza mental en su recorrido por los estadios alemanes. Lamine y Nico siguieron encontrándose y a ellos se unía Dani Olmo. Willliams estuvo cerca de marcar en una gran jugada de los tres delanteros, pero el gol se resistía.
Tuvo que aparecer Cucurella por la banda izquierda para que España encontrara el gol y su cuarta Eurocopa. Fue Oyarzabal el que metió en la red la pelota que empujaban 47 millones de almas españoles. Almas de distintos colores y acentos, pero almas españolas todos.
Quedaba la duda de si los enormes pies del delantero de la Real Sociedad estaban más adelantados que la defensa inglesa, pero la revisión del VAR decretó un suspiro de alivio. Faltaban poco más de tres minutos y se trataba de aguantar.
Pero no lo pusieron fácil los ingleses, que apretaron hasta el final. Han pasado 60 años desde que España ganó su primera Eurocopa. Y los ingleses se jugaban no tener que esperar al menos otros 60 para ganar su segundo título. Sólo tienen el Mundial del 66 para presumir y al menos hasta el Mundial de 2026 no podrán ganar otro título. «Hasta ahora hemos tenido que esperar, pero es nuestro momento», dice la irónica letra de «Football is coming home», la canción que eligieron para la Eurocopa en la que ya se acordaban de Southgate – «eres el mejor», decían–. Llevaban «sólo» 30 años esperando entonces y tendrán que seguir haciéndolo. Y Southgate, ahora seleccionador, es el primero que pierde dos finales seguidas de la Eurocopa.
España ya no espera. Ha ganado la cuarta, pero tuvo que recurrir a la épica en los instantes finales. Inglaterra intentaba derribar a cabezazos la resistencia española. Pero ahí estaba Unai Simón, primero, para despejar el cabezazo de Declan Rice y Dani Olmo, después, para salvar sobre la línea, el remate de Guehi después del rechace. Otro «gol» que sumar para el máximo goleador del torneo.
España ya disfruta de un nuevgo título, es la única selección que ha ganado la Eurocopa cuatro veces. Y, como hace 60 años, lo hizo conun 2-1 y con un portero del Athletic. Entonces, Iríbar; ahora, Unai Simón. Pero en color y en democracia.