Abstenerse personas con vértigo o miedo a las alturas. Esta lista está pensada para todos aquellos con alma de pájaro y ansias por subir a lo más alto porque saben que siempre merece la pena.
Es hablar de mirador y las vistas de La Alhambra con Sierra Nevada al fondo llegan rápido a la mente de cualquiera. Es el más famoso, emblemático, buscado y fotografiado. Este rincón del Albaicín es una parada casi obligatoria en cualquier visita a Granada y no hace falta explicar mucho más.
En estos días que el cuerpo nos pide playa y las postales marítimas parecen acosarnos, este punto de la isla balear va a ser tu próxima obsesión. Incluso si ya has ido, vas a necesitar volver. Altos acantilados que esconden pequeñas calas, un faro al fondo y uno de los mejores atardeceres de todo el Mediterráneo son los ingredientes que convierten a este rincón de Mallorca en uno de los más queridos.
Aquí no hay mar y no se le echa en falta. La preciosa ciudad de Toledo bien resguardada por el río Tajo es suficiente para que esta postal sea una de las más bellas de nuestra geografía. La mejor panorámica de la ciudad está junto a ermita de Nuestra Señora del Valle, donde dice la tradición que debes ir si te quieres casar. Por si te interesa…
Siguiendo el Tajo se llega a la ciudad de los miradores y es que la capital portuguesa no tiene rival si hablamos de lugares con vistas. El de Santa Justa es el más conocido ya que, además del mirador en sí, su elevador es ya una maravilla. Una preciosa estructura de hierro de estilo neogótico que conecta la zona Baixa con el barrio del Chiado. Una de las atracciones turísticas obligadas de Lisboa. Otros miradores que hay que visitar son el de Santa Lucía o el de Gracia, cerca del castillo de San Jorge, el más alto de la ciudad.
En la capital británica se pusieron de moda los miradores y ahora recorrerlos todos es una atracción más. La buena noticia es que muchos son gratuitos, aunque en algunos casos debido a la gran afluencia hay que reservar. Es el caso del Sky Garden. En el piso 35 del edificio conocido como “walkie talkie” destaca este mirador con una asombrosa decoración vegetal. Está situado a 160 metros de altura y sus vistas de 360 grados son una maravilla tanto de día como de noche.
Entre la belleza de los valles glaciares del país vikingo destaca este mirador tanto por su localización como por sus vistas vertiginosas. Para asomarse hay que tener mucho valor y para llegar a él es necesaria una buena forma física ya que no es muy sencillo. Este gran balcón a más 600 metros de altura sobre fiordo Lyse, al suroeste de Noruega, recibe a cientos de visitantes al día (sobre todo ahora en verano). Para llegar a esta plataforma hay que realizar una caminata de más de dos horas por un camino que, en algunos puntos, presenta una gran pendiente.
También rodeado de verde y con la posibilidad de ver el mar y las montañas al mismo tiempo, tenemos mucho más cerquita este mirador asturiano. Está situado a unos 1.100 metros de altura sobre el nivel del mar en lo que un día fue una calzada romana, por lo que podemos decir que lleva siendo un lugar destacado más de dos mil años. Algo más moderna es la estructura situada en el punto más alto para poder disfrutar mucho más fácil de las preciosas vistas del lugar.
Con sus 494 metros de largo es el puente colgante para peatones más largo del mundo. Este dato tal vez no sorprenda mucho sin saber que discurre entre los 1.600 y los 2.200 metros de altura, sobrevolando (casi literal) el valle más profundo de Suiza. Para acceder a este puente tienes que llegar primero a Randa, muy cerquita de Zermatt. De aquí parte una ruta circular de unos siete kilómetros en la que el puente es la atracción principal, pero no lo único que te enamorará por su belleza.
Si visitar el Gran Cañón en Colorado es uno de tus sueños, no puedes dejar de apuntar este increíble mirador. Se trata de una pasarela panorámica en forma de U que sobresale de un borde del cañón. Su altura es impresionante, pero todavía lo es más la sensación de estar sobre el vacío al pasear por su suelo de cristal. Puede que al principio te tiemblen las piernas, pero una vez pasado el susto inicial seguro que no te quieres ir. Por cierto, la experiencia tiene un coste de unos 80 dólares.
De un paisaje desértico pasamos a todo lo contrario, una gran urbe llena de rascacielos. Esta es la vista que se obtiene desde el punto más alto de Hong Kong, situado a 552 metros de altura. Arriba hay una terraza panorámica e incluso un centro comercial y el ascenso es tan sencillo como comprar un billete para el funicular. Eso sí, se trata de uno muy especial que fue construido en 1888.
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