Es casi inevitable. El plástico está presente en nuestro día a día y, con él, se adentran en nuestra rutina compuestos tóxicos que pueden suponer un riesgo para la salud. El Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) ha detectado plastificantes en los envases de comida y en su análisis han descubierto que los niveles de estos químicos que se transfieren a los alimentos que los contienen, son todavía mayores cuando los calentamos . Un claro ejemplo es el caso de las tortillas de patata ya hechas que se pueden encontrar en la mayoría de supermercados españoles, pero ocurre también con las verduras envasadas listas para calentar y otros platos preparados que suelen venir en envases de plástico que hay que meter al microondas. «Hemos hecho un estudio en el que hemos analizado la tortilla de patata antes y después de calentarla en el microondas con el envase que viene y en las condiciones de temperatura y potencia que indica el vendedor. Hay compuestos que ya se liberan a temperatura ambiente , o sea, por el simple hecho de estar en el estante del supermercado, pero aparte hemos visto que cuando se calienta y debido a la temperatura, la liberación es aún mayor », explica Ethel Eljarrat, directora del IDAEA. En el estudio, que todavía no se ha publicado, el instituto se ha centrado en dos grandes familias de plastificantes : los ésteres organofosforados y los ftalatos. Además, como ya se sabe que los ftalatos son tóxicos, el grupo de trabajo ha incluido también en sus análisis a los químicos alternativos que se están produciendo para sustituirlos. Muchos de estos compuestos son disruptores endocrinos que pueden provocar cambios hormonales, diabetes, problemas en la tiroides, en la reproducción y algunos también son neurotóxicos y cancerígenos . La ingesta de estos tóxicos de forma eventual no es un riesgo, pero sí lo puede ser el estar expuestos a ellos de manera continuada en el tiempo, y por ello es recomendable reducir al mínimo la exposición a estos químicos, ya que también están presentes en el aire que respiramos y en muchos otros alimentos y bebidas que ingerimos. «Si sumamos todas las dosis a las que estamos expuestos, puede ser que los niveles totales de exposición superen la dosis máxima aconsejable», alerta la investigadora. En un estudio ya publicado por el CSIC, los investigadores alertaron de que las bebidas azucaradas tienen niveles de plastificantes 100 veces superiores a los del agua y esto se debe a que en el azúcar hay presencia de estos compuestos. «Al final resulta que si ya sabíamos que tomarte una bebida azucarada no es sano por los niveles de azúcar que tiene, ahora hay que aumentarle el problema de los niveles de plastificantes que tiene. Y te diría lo mismo con toda la comida ultraprocesada», indica Eljarrat. Para evitar una alta exposición a este tipo de compuestos que pueden ser perjudiciales para la salud, la medida primordial que habría que tomar sería la reducción del uso de material plástico. Sin embargo, la experta da en una conversación con ABC tres simples pero efectivos consejos : evitar el contacto de materiales plásticos con comida (especialmente si la calentamos en ellos), airear nuestra vivienda regularmente y retirar lo máximo posible el polvo que se acumula en nuestro domicilio. «Los aires interiores de nuestras casas también tienen plastificantes porque los materiales de construcción, el mobiliario, los televisores, ordenadores y otros dispositivos contienen material plástico, y éste va liberando los compuestos tóxicos que quedan atrapados en las partículas de aire que respiramos y en el polvo de casa. Si aireamos y retiramos el polvo frecuentemente, lograremos reducir nuestra exposición a estos plastificantes, algo que hay que tener en cuenta todavía más si tenemos niños pequeños porque éstos ingieren más cantidad de polvo al llevarse las manos a la boca», explica la directora del IDAEA. La contaminación de los plastificantes es un problema que no se ve, pero no por ello es menos importante y los científicos denuncian la inacción y la falta de concienciación por parte de las autoridades y de las empresas. «Falta voluntad empresarial y más mano dura a nivel legislativo» , denuncia Eljarrat. Y es que, aunque el uso de algunos plastificantes como los ftalatos y el Bisfenol A (otro tóxico ya demostrado hace más de 50 años) se hayan prohibido en los envases a partir de la nueva Ley de Residuos aprobada en 2022 en España, la investigadora señala que «no basta con poner una ley, sino que hay que vigilar que se cumpla ». «¿Alguien ha hecho algún control en los envases que hay actualmente en los supermercados y en las tiendas para saber si se está cumpliendo esta ley? A simple vista, es imposible saber si un envase lleva ftalatos o Bisfenol A. Tiene que hacerse un análisis específico para determinarlo y, que yo sepa, el Ministerio no está llevando a cabo este tipo de controles», insiste. Además de esta inacción administrativa, hay que sumar la falta de concienciación de la industria. Ejemplo de ello es el caso del Bisfenol A. «Este compuesto ya está prohibido para algunas aplicaciones, pero la industria, en vez de investigar y desarrollar un compuesto totalmente distinto que te proporcione propiedades similares a las del Bisfenol A, lo que hace es modificar levemente la molécula desarrollando un compuesto que es primo hermano del Bisfenol A, y que los científicos sabemos 'a priori' que va a dar problemas ambientales y de salud similares. Es importante destacar que es muy difícil probar la toxicidad de este tipo de compuestos, y son necesarios muchos años de investigaciones, incluyendo científicos de diferentes disciplinas. De esta forma, la industria gana tiempo y tiene un margen de 10 a 20 años para seguir utilizando este compuesto hasta que los científicos consigan aportar las evidencias que demuestren que el nuevo compuesto es también tóxico», explica Eljarrat. Algo parecido ha ocurrido con los compuestos perfluorados presentes, por ejemplo, en los envases de las palomitas que se preparan en el microondas. Hace años que se sabe que algunos de ellos son muy tóxicos y se prohibieron, pero «la industria ha sacado unos sustitutos similares», señala la investigadora. Los científicos no buscan ser alarmistas, pero no se conforman con la dinámica de inacción en la que estamos envueltos los consumidores, que muchas veces compramos productos con presencia de compuestos tóxicos a ciegas. «No hay que olvidar que los índices de casos de cáncer cada vez aumentan más, al igual que los de otras enfermedades, como la falta de atención infantil en los estudios . Efectos que pueden estar relacionados con la exposición a ciertos químicos. El medio ambiente contaminado en el que vivimos todos puede que esté provocando el incremento de estos casos», concluye Eljarrat.
